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¿Y nuestra niñez?

En conversaciones sobre la niñez en el Colectivo Playoniando, surge una pregunta ¿Cuáles fueron los derechos vulnerados que hoy afectan nuestras vidas?

Evocando la memoria para encontrar respuesta, recordamos que, los derechos básicos o los más conocidos como la educación, alimentación, tener una casa donde vivir o el respeto a la vida, no son los únicos, hay otras vulneraciones que se hacen paisaje y naturalizan porque se cree que son irrelevantes en la vida.

En nuestros contextos actuales, es fácil pensar que tener derechos básicos es un privilegio, pero las vulneraciones que vivimos en la niñez pasan factura y generan afectaciones, por ejemplo, cuando se desbordan nuestras emociones es como una bola de nieve pequeña que desciende de una altura y se engrandece a su paso.

Mariela Castrillón tiene 51 años, es habitante del barrio Andalucía, cuenta que el derecho que sintió vulnerado de pequeña fue la libre expresión, porque en su infancia era frecuente que no se le permitieran hablar, ni opinar  en asuntos familiares, al igual que se le prohibía no estar presente cuando hubiera una conversación de adultos, debía retirarse y decir cualquier comentario implicaba “voltear el mascadero” como se dice coloquialmente.

“…Nos escondían por allá y nos miraban feo, y decían que nos iban a dar una pela, porque si nosotros opinábamos era una falta de respeto, que éramos metidas y mal educadas, nunca nos dejaban expresar… Uno por eso no tenía personalidad en poder decir lo que estaba o no de acuerdo…” expresó Mariela.

Muchos adultos y jóvenes crecimos en hogares que coartaron el derecho a la libre expresión, pero no se precisa buscar culpables pues como dice Melissa Correa de 23 años, estudiante de último semestre de Psicología de Universidad Católica Luis Amigo, “…para los papás siento que es muy difícil comprender uno qué siente y qué les quiere decir, entonces es algo que se ve muy cohibido porque tal vez ellos no tienen las herramientas para pilotearlo…” refiriéndose a que en nuestros contextos que tengamos herramientas como la comunicación asertiva o sensibilidad para el trato con la niñez.

Melissa también expresa que “hay un imaginario y no puedes llorar, porque llorar es de débiles, no te puedes sentir triste, siempre tienes que ser un niño o niña feliz”. Este no reconocimiento de los sentimientos también afecta gravemente nuestras vidas y la mayoría lo sufrimos.

Esto es solo un brochazo de múltiples vulneraciones que se viven hace tiempo al interior de las familias, pensando en el manejo de las emociones o las formas generacionales de educar, Sara Ochoa de 27 años, Psicóloga egresada de la Universidad de Antioquia, cuenta que “en algunas niñeces crecí observando como el derecho a la protección y al cuidado fue vulnerado y cobraron factura en la vida adulta afectando en la manera de relacionarse desde formas violentas y replicando la misma forma de crianza desde la agresividad con sus hijos” Por esto es necesario repensar las formas en que como sociedad estamos permitiendo que el único camino de interacción y desarrollo sea desde la violencia.

Construyamos juntas y juntos barrios que protejan desde el amor a la niñez.

Por Colectivo Playoniando

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