La calle 107, una de las principales de la Comuna 2, tiene una historia marcada en un antes y un después de la intervención urbana.
Caminar, y en loma. Para subir del colegio, para acompañar la mamita a mercar, para visitar a los primos, para comprar la carne, para llegar a la casa después del trabajo. Desde siempre, el caminar se ha hecho necesario y ha hecho posible el hacer memoria sin darme cuenta, de atesorar en el recuerdo lo que hoy es la muestra del antes y el después, de conocer personas que complementan esa historia y la hacen viva en una conversa.
En esta oportunidad, la historia es la que puedo ver entre recuerdos de la 107, de Andalu. Esta calle tiene como techo al Metrocable Línea K, que sube hacia Santo Domingo, y las casas están bordeadas por senderos peatonales que hoy son, principalmente, espacio para el comercio. Pero antes de esto, era la calle más grande de la Comuna, una falda larga y ancha, sin techo antes del cielo, doble vía y principal. En el reto de cruzar la calle en pasos de gigante con las amigas del colegio, sumaba hasta diez saltos con el sol en la frente.
Además del metrocable, este fue uno de los sectores intervenidos por el Proyecto Urbano Integral de la zona Nororiental; se nombró como “Parque de Andalucía” y fue en este proyecto que se construyeron los senderos, disminuyendo el espacio de carretera y aumentando el peatonal que antes era la cuerda floja para el reto de no pisar la calle.
Una de esas personas del caminar es Benhur Guillermo Roldán Aristizabal quien ha crecido sus 35 años de vida en esta calle. Su casa ha sido famosa por las cremas que refrescaban a quienes subían a pie, como yo. Este recuerdo tiene sabor a maracuyá, mi favorita. “Nos sentábamos afuera a comer cremas, venían a comprar, eran famosas. En diciembre, en todo el corredor, prendíamos las velas, igual había espacio, las reuniones familiares se hacían en la calle…” es el recuerdo de Behur.
Y ¿qué es lo que más recuerdas de la 107 antes del metrocable?
Lo que más recuerdo es que era doble vía, y se podía bajar fácil, recordaba lo limpio que se mantenía el barrio, y ahora prácticamente en cada esquina, una montaña de basuras, al igual que pasa en casi toda la ciudad…
¿Qué te gusta de cómo está ahora?
En términos generales, lo único bueno es el sendero peatonal, los árboles y que hay menos accidentes. Se volvió un sector más comercial, muchas de las que eran casas alquilaron y se fueron. Las navidades eran en familia, ya como son locales ya el barrio se ve más solo. Los vecinos se distanciaron más, la gente se volvió más inculta, muy inconsciente con el cuidado del medio ambiente, no les importa sacar todos los días basuras a la calle, sin respetar los horarios de recogida de los mismos.
Lo positivo fue porque se volvió un punto de referencia para la ciudad, igual este sector sigue estando en el olvido para todas las alcaldías, la 107 con el metro cable, llevaba prácticamente 15 años sin pavimentar la vía, y solo lo hicieron hace poco.
Una misma calle, pero muchos recuerdos encontrados, Benhur la ha habitado desde su casa, yo desde el caminar. Por la falda larga y ancha era noticia cuando algún carro se descolgaba sin frenos, se llenaba en las procesiones de semana santa, era la pista para los piques de las motos y la calle de “camine por la orillita” ¿Cuántas historias de un antes y un después esconde una calle?
Por Lorena Tamayo Castro