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Cuidar la vejez: los trabajos de cuidado en manos de mujeres

Marleny es una mujer de 52 años que vive en Santa Cruz. Ella, como muchas, es una mujer cuidadora. Ciertamente siempre lo ha sido, pero a raíz del diagnóstico de su madre de 87 años sus tareas domésticas se han intensificado; hace dos años tuvo que abandonar su trabajo, sus hobbies, sus salidas y dedicarse a lo que ella ha nombrado como “mi cruz”, su casa se ha convertido en su lugar de trabajo con una labor continúa.

Para Marleny, el cuidado la ha aislado de los otros, y de ella misma, constantemente se siente sola mientras tiene que lidiar con las llamadas de sus familiares que le increpan sobre formas mejores de cuidar a su madre.

El trabajo de cuidado en Colombia es realizado principalmente por mujeres. Según el informe Tiempo de cuidado: las cifras de desigualdad del DANE de 2020, son ellas quienes destinan un número mayor de horas a labores no remuneradas, y el rango entre los 20 y 40 años constituye el 60% de las cuidadoras que dedican su tiempo a tareas que aumentan las brechas de desigualdad económica, social, sobre la salud mental, la autonomía en el uso del tiempo y la posibilidad de imaginar un proyecto de vida.


Pero el cuidado no son únicamente las tareas directas y cotidianas sobre cocinar, limpiar y lavar; también constituye un modelo económico y afectivo que somete a las mujeres. El cuidado está implícito en los oficios feminizados, en la relación con el mundo e incluso en los vínculos de pareja, donde muchas mujeres asumen el suministro de apoyo, contención emocional y ternura mientras no reciben estos mismos cuidados afectivos de vuelta. 

El “síndrome del cuidador quemado” es un estado de agotamiento emocional, físico y mental que puede experimentar una persona que cuida de un familiar o ser querido dependiente. Si no se tienen prácticas de autocuidado, este desgaste crónico puede terminar con la vida del cuidador.

“La cocina se ha convertido en mi oficina” 

Para Marleny, a su madre “nadie la cuida mejor que yo”, ella ve en su labor una tarea de sacrificio, y aunque se ha separado de sí misma, algo de satisfacción encuentra en su trabajo.

 El cuidado es una labor que sostiene la economía del mundo sobre las manos de las mujeres que producen riqueza mientras hacen “la coca” para el hijo que se va a estudiar, alientan a la hija a montar un negocio, o a finalizar su carrera profesional, ¿podría Gabriel García Márquez o haber sido tan reconocido sin una persona que se encargará de lavar, cocinar y limpiar para él?

En 2020, el Dane publicó el informe Tiempo de cuidado: las cifras de desigualdad donde apunta que las mujeres destinan en proveer trabajo de cuidado no remunerado un 76.2% de su tiempo mientras los hombres un 23.8%.

Todas y todos necesitamos y necesitaremos de cuidado, no solo en las etapas vulnerables como la niñez y la vejez, sino que el cuidado entendido como los actos que sostienen la vida, están presentes en las tareas diarias y en la vida afectiva. Los trabajos de cuidado se vuelven problemáticos cuando recae únicamente en la mujeres, es unidireccional, y cuando se constituye en trabajo con horarios y labores exhaustivas, pero sin remuneración.

Recientemente, en el Foro “¿Redistribuyen y Reducen los Sistemas de Cuidado en Colombia, Antioquia y Medellín?”, la Mesa Economía del Cuidado de Medellín afirma que es necesario hablar de un sistema de cuidado nacional y de la distribución de esos cuidados como una garantía de los derechos humanos. De igual forma, el programa nacional de cuidado publicado este año por el Ministerio de Igualdad y Equidad sostiene tres objetivos: el fortalecimiento de la respuesta institucional que garantice los derechos de las personas cuidadoras; el fortalecimiento del cuidado comunitario y la democratización de las actividades de cuidado. Será importante estar atentas a estos objetivos, ¿cree usted en la necesidad de formalizar el trabajo de cuidado? 

Texto y fotografías por Valentina Montoya Vallejo 

Este proyecto es ganador de la convocatoria “Territorios que Inspiran 2024
Alcaldía de Medellín – Distrito de Ciencia Tecnología e Innovación

 

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