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¿Por qué encontrarnos entre mujeres?

Cíclicas, lunáticas, nos encontramos en la palabra y la compañía.
Unidas por lazos invisibles, compartimos historias y sentimientos.
Creamos un espacio sagrado donde la empatía es la ley,
nos escuchamos y sanamos juntas, sin temor.
Con cada palabra, un hilo que teje la tela de la vida.
Con cada abrazo, un refugio de amor.
Nuestras conversaciones, reuniones,
son un oasis donde la sabiduría fluye libre.
Un lugar para compartir risas, lágrimas y sueños.
Las mujeres nos encontramos para seguir creciendo,
aprendiendo juntas.

En las sociedades indígenas y tribales, las mujeres se reunían en círculos para compartir conocimientos, historias y rituales. En la antigua Grecia, las mujeres participaban en rituales y ceremonias en honor a las diosas, como Deméter (diosa de la agricultura, la fertilidad y la tierra cultivada) y Artemisa (diosa de la caza, los animales salvajes, el terreno virgen, los nacimientos, la virginidad y las doncellas). En África, los círculos de mujeres eran comunes en las comunidades tribales (familiares), donde se compartían historias, se tejían y se realizaban rituales.

Yorlady Benjumea ha pertenecido a diferentes colectivos de mujeres en la Comuna: Ecored que era zonal, Nueve Lunas y el Movimiento Semillas. Para ella, el encuentro entre mujeres es “vital, es una urgencia apremiante porque nosotras somos muy potentes y tenemos mucha magia cuando nos juntamos. Además de eso, las necesidades del territorio para las mujeres son muchas porque hay varios puntos que afectan: la violencia en los hogares que se ha naturalizado y se ha vuelto invisible generando afectaciones psicológicas y además, la institucionalidad ha revictimizado mucho cuando van poner las denuncias, entonces si nos juntamos podemos aportar a que estas problemáticas mitiguen”. 

Desde niñas, las mujeres tenemos una conversación permanente con nuestras pares para comprender los cambios en nuestro cuerpo, nuestra emocionalidad, contarnos lo que nos adolece y nos alegra, lo que dudamos y nuestras certezas. Hacemos amigas en el colegio, en el barrio, en el trabajo, y es la amistad una catarsis de vida, una confesión y apoyo permanente. Autoras como las colombianas María Mercedes Carranza y Piedad Bonett, la chilena Gabriela Mistral, la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, la estadounidense Virginia Wolf, entre muchas otras, han dedicado su vida a la escritura sobre la importancia de tener espacios para encontrarnos entre mujeres para sanar, aprender, crecer y crear confianzas.

Han sido los círculos de mujeres los que han posibilitado cambios sociales, políticos, y son llamados de esta forma por ser el círculo una figura sin jerarquía, de pares, por la similitud con la forma de un abrazo. Hacemos círculos alrededor del fuego, de la comida, al jugar en la infancia; el círculo nos conecta y la conexión entre mujeres es vital para la creación permanente.

Por Lorena Tamayo Castro

Este artículo hace parte de la Edición 99.
Para ver la edición completa haga clic aquí.

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