Según teóricos especialistas en el Derecho a la Ciudad como Claudia Korol (educadora popular y feminista argentina) y David Harvey (geógrafo marxista británico), en las sociedades contemporáneas la configuración de lo urbano se ha establecido y se sigue estableciendo a partir del poder existente y concentrado en las clases altas que buscan generar más ganancias, a expensas de la explotación de los seres humanos, los cuerpos, especialmente de las mujeres, el territorio y la naturaleza.
El caso de Medellín, su constitución como ciudad industrial y moderna en el siglo XX, se basó en bienes y servicios y en unos discursos de competitividad e innovación, sin embargo se ha impuesto un modelo de ciudad caracterizada por profundizar las condiciones de empobrecimiento, exclusión e injusticia especialmente en las periferias urbanas, y especialmente para las mujeres, además de dejar nefastas consecuencias por la excesiva presencia de la conflictividad armada urbana.
Este contradictorio contexto desencadena que emerja la ciudad otra, la popular o la rebelde -en palabras de Harvey- para defender colectivamente el territorio de las acciones que pretenden irrumpir las territorialidades construidas, creando autonomías para el presente y el futuro.
Los movimientos sociales y la gestión comunitaria
Esta ciudad otra, popular y rebelde advierte la presencia de importantes movimientos sociales urbanos para interpelar de forma directa e indirecta estas formas excluyentes de construcción de ciudad. Estas organizaciones se han distinguido por una construcción de una identidad comunitaria vinculada con su condición como desplazados y desplazadas, víctimas y con significativo liderazgo de mujeres, que se reconocen como autoconstructoras de sus propios territorios y habitantes de la montaña.
Ejemplos abundan, principalmente en la Zona Nororiental: desde marchas para exigir a EPM y a la Alcaldía la gestión de acueductos comunitarios y agua potable en Carpinelo; las luchas comunitarias en defensa del territorio lideradas por mujeres desde el Colectivo de Memoria Jairo Maya en la Comuna 8, hasta los convites para construir la Casa de Encuentro Luis Ángel Arango y las escaleras que conectaban los diferentes sectores en La Honda, entre muchos otros procesos liderados por mujeres.
En estos ejercicios de resistencia y re-existencia en medio de las adversidades, la mujer ha sido determinante, a través del posicionamiento de un proyecto político cargado de sentido en pos de construir y defender colectivamente el territorio, anclado en unos horizontes comunes: el territorio, el agua, la vivienda, la participación, la soberanía alimentaria y la paz.
El papel de la mujer en estos procesos de organización, movilización y exigibilidad política históricamente ha sido determinante, especialmente, el de la mujer popular, caracterizada por su ubicación en las laderas, con altos niveles de vulneración pero también con claras demandas y justificada indignación.
En este contexto, las mujeres populares se configuran como sujetas políticas quienes desde la juntanza, la defensa del territorio, la cultura popular y diferentes mecanismos de resistencia han aportado a la construcción de la ciudad otra, la popular y a pesar de las contradicciones, no renuncian a la idea de hacerla propia. “Porque para nosotras las mujeres, esta ciudad también es nuestra”.
Por Paula Andrea Vargas López
Investigadora y docente de la Universidad de Antioquia
Integrante del Proceso de Memoria Colectiva y Paz Territorial de la Nororiental.
Este artículo hace parte de la Edición 99.
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