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Laderas barrio Andalucía | Fotografía Archivo Corporación Mi Comuna

Modelo de ciudad y vida cotidiana

Somos seres “espaciantes”, esto quiere decir que el espacio que nos rodea influye en nosotros al mismo tiempo que lo construimos; es por ello que la manera en la que está diseñada y construida la ciudad se ve reflejada en lo que somos, nuestro modo de vida y en la manera en la que actuamos y nos relacionamos con las demás personas.

Nuestro día a día se desarrolla en diferentes espacios: en las casas, las calles que recorremos, el lugar de trabajo, los transportes, los sitios de recreación, colegios, universidades, En cada uno de ellos las cosas están organizadas con una intención. 

Esto es muy importante porque, como hemos visto, toda nuestra vida se desarrolla en esos espacios, habitamos la urbe, nos movemos dentro de ella y la llenamos de significado con nuestras experiencias: la casa que construí con mi familia, el barrio que guarda los recuerdos de mi infancia, la cancha donde juego la recocha todos los domingos con los amigos, el parque donde conocí a mi primer amor.

En Medellín vemos que se están realizando muchas obras que buscan que exista más espacio público en la ciudad, y es completamente necesario; pero estos espacios se piensan llenos de negocios, tiendas, almacenes, restaurantes, y como vimos, la lógica espacial funciona de esta forma: si hay muchos lugares que venden van a haber muchas personas que compren. Esto nos vuelve consumidores, que encuentran el sentido de un lugar solo mientras se pueda estar gastando dinero/comprando cosas. Así se van olvidando otras formas de ser, estar en los espacios. Afortunadamente hay muchas personas que todavía conservan el gusto de salir y disfrutar una tarde compartiendo con amigos y amigas y conocer nuevas personas con las que se descubre que se tiene mucho en común. 

El modelo de ciudad tiene que ver con el ordenamiento territorial hecho desde criterios urbanísticos (técnicos) y su relación con la economía y el poder. Mientras que la ciudad que construimos tiene que ver con quienes somos, qué hacemos y cómo nos relacionamos. Es por este contraste que muchas personas ven afectada su vida de manera fuerte y directa. Según el grupo de estudios Kavilando, en Medellín pueden existir más personas desplazadas por la construcción de obras públicas que por violencia armada, y con esto, nos comparten las siguientes cifras: la obra del puente de la Madre Laura desplazó 193 familias, equivalente a 772 personas; el metrocable El Picacho, en el barrio La Paralela, desplazó a 300 familias, equivalente a 1.200 personas y en el barrio 12 de Octubre desplazó a 50 familias equivalente a 300 personas; el tranvía de Ayacucho desplazó a 60 familias equivalente a 240 personas, y en el barrio Buenos  Aires desplazó a 634 familias equivalente a 2.536 personas; el proyecto Parque Bicentenario desplazó a 184 familias, 736 personas; el Túnel de Occidente desplazó a 74 familias, 226 personas afectadas.

Diferentes investigaciones, como la ciudad y la crisis de los sentires: efectos psicosociales del desplazamiento por renovaciones urbanas, el caso de La Paralela y el Doce de Octubre, realizada por la universidad de Antioquia, y víctimas del desarrollo en Medellín: progreso y moradores en disputa, realizada por la Universidad San Buenaventura, entre otras, muestran que estos desplazamientos tienen efectos negativos en la vida de las personas: crean impactos a nivel personal al interrumpir los proyectos de vida, fragmentar las dinámicas familiares, crean problemas en la economía porque muchas de las personas que desplazan no cuentan con escrituras de sus casas haciendo que todo sea mucho más complejo e injusto, se fragmentan las relaciones de amistad y vecindad, y sigue la lista. Por lo tanto, son muchas las personas que han sido víctimas de ese modelo de ciudad y víctimas del desarrollo.

Es importante que sepamos que la ciudad es nuestra, es de todas y todos las que la habitamos, recorremos y sentimos, y que en esa medida tenemos derecho a ella y a construirla desde el deseo de nuestros corazones. No vivimos en un pedazo de papel que planearon hace 50 años, vivimos en un espacio en el que amamos, soñamos, sufrimos, nos divertimos y aprendemos. La ciudad es nuestra casa y todas y todos cabemos.

Por Isabel Valencia Zapata
Fotografía: Archivo Corporación Mi Comuna

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