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Los procesos de comunicación comunitaria en la defensa de lo propio: el territorio

Contexto de ciudad: una ciudad con planeación urbana popular

Medellín, es una ciudad que pasó de ser una de las más violentas del mundo entre los años 80s y 90s, a convertirse en un referente regional debido a las transformaciones sociales, económicas y políticas, impulsando un modelo de ciudad basado en servicios donde el inmobiliario es uno de ellos. En ese sentido, se han generado planes urbanísticos con el fin de satisfacer las necesidades habitacionales de la clase media, por lo cual, los barrios populares se vuelven atractivos debido a su ubicación estratégica, reflejando el conflicto urbano de clases pues conllevan a procesos de gentrificación, donde los empobrecidos son expulsados de los territorios que construyeron colectivamente.

Los primeros pobladores de los territorios populares de la ciudad de Medellín (Colombia), crearon dinámicas de apropiación del territorio surgidas a partir de procesos de planeación popular, donde construyeron solidariamente sus escuelas, iglesias, vías y acueductos, organizando el territorio según sus necesidades, todo esto ante la ausencia del estado o el enfrentamiento con este, pues en los planes de ciudad no estaba contemplado el poblamiento de dichos territorios, buscando frenar así la expansión.

El cambio de modelo de la ciudad, pasando de ser una ciudad industrial a una de servicios encausados en cluster donde uno de ellos es el inmobiliario, genera la necesidad de nuevos territorios aptos para las nuevas construcciones habitacionales, por lo cual, los territorios populares ubicados al margen del Río Medellín se convierten en una opción. Estos procesos de renovación urbana conllevan directamente a generar gentrificación, pues con el fin de producir capital, se crean nuevas formas de habitar, dirigidas a una población con mayor poder adquisitivo que la residente, por lo cual, es poco probable que estas personas logren sostener el nuevo coste de vida, implicando la expulsión de esos territorios, es decir, tras por lo menos 50 años de abandono estatal, este se acerca a las comunidades empobrecidas con el fin de buscar generar capital en un lugar construido por la gente, para posteriormente el sector financiero o inmobiliario adquirir predios y construir nuevas edificaciones para nuevos residentes con mayores niveles de ingreso económico, mientras la plusvalía se direcciona a mantener este ciclo y no a favorecer a las comunidades afectadas en la relación carga-beneficio.

Comunicar como comunidad

Las formas de informar los proyectos de intervención urbanística empleados por la Alcaldía son verticales, es decir, no representan las necesidades comunicativas de la población que se verá afectada, por lo cual la interlocución y negociación es poco habida en la ciudad, negando la palabra a las comunidades pues el afán intrínseco del gobierno es llegar a la realización de los planes, generando campañas informativas donde el punto de vista oficial obviamente es el único a compartir. De igual forma, estos intereses trascienden el local, pues Medellín es una ciudad que se vende al mundo, así que la gran parte de esta información está dirigida a los inversionistas o turistas extranjeros, afirmando que el modelo de ciudad que se está gestando no es para los pobladores y mucho menos los empobrecidos.

La comunicación comunitaria tiene como fin principal propiciar espacios para la difusión de las ideas, demandas y propuestas de la gente, más porque quienes desarrollan estos procesos pertenecen a una comunidad. En este sentido, los medios deben generar debate y opinión pública a partir de las agendas de las comunidades que le dan sentido a estos, compartir elementos que alimenten el debate y la construcción de criterio de las personas para que la participación sea real y efectiva, esto a partir de información veraz y responsable, evitando el sesgo mediático pues es importante reconocer las diversas fuentes de información.

Es así como los periodistas comunitarios tienen responsabilidades éticas al respecto: por un lado al ser posibles afectados y por el otro, la concienciación política de ser medio de información. Estas dos características nos hacen tomar postura por la gente, brindando canales para la expresión de las demandas y la formación de opinión pública para enriquecer el debate político para la defensa de los intereses comunitarios.

Además, los procesos de comunicación deben ser pertinentes para la gente, para ello, es necesario reconocer el territorio, y seleccionar estrategias donde la comunicación sea en doble vía y participativa, trascendiendo la cuña radial o la pieza publicitaria en un medio impreso, sino advirtiendo otras formas alternativas comunitarias como las asambleas populares o el perifoneo. En la comunicación comunitaria la información local, las manifestaciones de la comunidad y las necesidades del territorio no deben adaptarse a los diferentes formatos de comunicación, al contrario, son los formatos informativos (radio, audiovisual, impreso, entre otros) y las  diversas formas de narrar y presentar la información las que deben adaptarse a las realidades de quienes habitan y construyen el territorio.

Texto publicado en la revista The Volcano de Canadá

 

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