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La memoria de la cuadra, en manos de mujeres y sus oficios

La calle es un lugar para encontrarse con historias, y con aquellas mujeres que las conservan en sus manos y oficios heredados para el sustento desde el hogar. La señora que cose, la de los bolis, la de la guardería y hasta la que arregla electrodomésticos, labores que les han permitido escuchar, ser testigas y protagonistas de la memoria de la cuadra.

Parada en un balcón en Santa Cruz, por la carrera 50 C, divisé con detalle las casas de esa cuadra. Justo al frente había una que me llamó la atención porque tenía un corredor profundo y en uno de sus lados estaba una máquina de coser sobre una mesita de madera y una silla enfrente donde se sienta la vecina desde hace varios años a confeccionar ropa. Pasa lo mismo con la casa de al lado, donde se hacen arreglos detrás del ventanal, también con máquina de coser.  En la esquina una abuela teje y tiene también, una máquina de coser y el dueño del bar “Son Sabrosón” tiene más abajo, por la 99, un taller de confecciones con varias máquinas de coser utilizadas por más vecinas del barrio.

El balcón es de la casa de “Capiz” una artista que junto a su hermano “Juanchito” decidió plasmar la memoria de la cuadra en uno de los muros frente a su casa, justo debajo del corredor con la máquina de coser. Una memoria representada en el oficio de la modistería, un oficio de mujeres que mantienen las tradiciones, la herencia de sus madres y abuelas, algunas para el sustento económico, otras por gusto. ¿Quién no tiene entre su familia o vecinas alguna mujer que sepa coser? mi abuela por ejemplo fue quien durante mi infancia se encargó de los estrenes de semana santa y navidad, hizo los vestidos de 15 y de matrimonio para sus hijas y otras vecinas, disfraces para muchos octubres y otras cuantas costuras.  A ella también la veo reflejada en este mural, en la memoria del barrio.

Mural realizado por @Juanchitomijo y @Capiz09

Mi bisabuela, por muchos años, nos regaló colchas de retazos para tender las camas de la casa y he conocido a otras cuantas que se encargaron de hacernos los uniformes para el colegio. Casi que en cada cuadra está la señora que cose y que en ese quehacer tiene las historias de quienes han acudido a ella, de quienes pasan por su casa a mandar a hacer algo, a arreglar un pantalón, una blusa, un uniforme. La memoria de la cuadra está en las mujeres, en sus oficios, en sus máquinas de coser.

Sobre la calle 107, en Andalucía, otra imagen me llama la atención. En un local está una mujer sentada detrás de una mesa de madera reparando una cafetera, alrededor de electrodomésticos y partes de máquinas. Sus manos se barnizan con el oscuro del aceite que pule los daños en un material, su rostro sonriente mientras aprieta tuercas, su cabello color blanco experiencia y viste un delantal con las mismas manchas de sus manos. En las paredes hay repisas con licuadoras, ollas pitadoras, otras cafeteras y hasta llantas.

Me acerco para descubrir que su nombre es Angélica López Galeano y que habita la Comuna 2 desde 1961 en el barrio Villa Niza, después de vivir en “los ranchitos de industriales” y desde 2020 hace arreglos en Andalucía. Ella también se conecta a la memoria de la cuadra, pues antes de tomar esta práctica, fue operaria de máquinas de confección. Llegó a este oficio por su hermano, quien tenía este negocio hace un tiempo pero falleció y Angélica decidió continuar el legado: “Yo entendía algo sobre electricidad como fogones, y al fallecer mi hermano le dije a un tío que me enseñara para coger el taller, la gente arrimaba y se quedaba mirando y me preguntaban por el señor y le preguntaban a mi tío que si ella sí sabía, y al ver que nadie más hace lo mismo en el barrio  se decidieron y trajeron sus cosas” Cuenta Angélica.

En una oportunidad, una amiga me había contado que una de sus vecinas se dedicaba a arreglar electrodomésticos, me sorprendí, como las primeras personas que llegaron donde Angélica, porque no había conocido una mujer que ejerciera este oficio y al llegar a su local pude notar el reconocimiento que tiene en el barrio, hice fila para acercarme a ella y tomar unas fotografías.

Su rutina inicia a las seis de la mañana, se organiza, hace los quehaceres del hogar y se viene a su negocio para abrir tipo nueve de la mañana y pasar ahí el resto del día. Vive sola y su espacio para socializar es en su taller, aunque ha sido un proceso porque, según cuenta, su personalidad no fue siempre la más espontánea: “Al principio me pareció un cambio brusco, cuando era operaria yo era seria y tuve que cambiar y aprender a tratar con la gente. Llegaba la gente y me asustaba, y luego lo fui tomando normal, me acostumbré y ahora tengo mucha clientela; me traen cosas de La Ceja, de Rionegro, de Yarumal y así, he crecido mucho y la calidad de mi trabajo habla por sí sola”.

Así como ella heredó el oficio de su hermano, quiso compartir también estos saberes con otro de sus familiares que durante las cuarentenas por el Covid estuvo pasando dificultades puesto que se dedicaba a la venta de frutas y ya no podía salir “En pandemia le di la mano a un primo que vendía frutas y  ahora que pasó, el montó su taller de electrodomésticos  en el Popular 1, mi hermano le enseñó a un tío, el tío a mi y yo al primo”.

En el negocio transcurre su vida, descubre amistades porque la gente se amaña con sus conversaciones, este oficio la ayuda a mantenerse alegre y sentirse talentosa, en sus palabras a “no deprimirse”. La memoria de la cuadra está en las manos de una mujer reparadora. 

Si tienes algún electrodoméstico para reparar puedes contactar a Angélica en el celular: 317 3707058, su local está ubicado en la calle 107# 49-33 local 101, barrio Andalucía 

Escrito por María Lorena Tamayo Castro

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