La llegada de la pandemia en el 2020 aporreó ampliamente la economía de las mujeres populares que, como Salomé, dependían de su trabajo para subsistir. Salomé, una mujer de 31 años y habitante de Villa del Socorro, decide hacerle cara al desempleo y en medio de los temores monta su propio negocio de estética.
¿Cómo decidió tener su negocio?
Primero decidí montarlo en mi casa, como no había un paso frecuente de gente por el lugar, allí no me iba muy bien, el negocio no me estaba sumando. Con muchos temores y aun conociendo que invertir podía ser un riesgo, decidí después de dos años arrendar un local en la cuadra principal del barrio que siempre me había llamado la atención. Tan solo tenía ahorrados 200.000 pesos; y no tenía la capacidad emocional, ni moral, sin embargo viéndome apoyada, lo pisé con la idea de que había que empezar.
¿Cómo funciona el negocio?
Yo trabajo con las manos, la peluquería es el sustento de mi familia, de mis dos hijos. Cuando no es tiempo de peinados, voy vendiendo cositas de la vitrina, el negocio hace que se pague solo, y cada día pienso cómo puedo mejorarlo.
Tener un negocio para Salomé ha sido un reto que la enfrentó con la tarea de cómo administrarlo. La experiencia le permitió pulir su papel en la peluquería, pero esta tarea no la hizo sola, las amigas, las colegas apoyaron la iniciativa económica. Algunos de los aprendizajes tienen que ver con el sistema de inversión, las nociones de ahorro, manejo de caja y servicio al cliente, “antes lo que entraba no lo anotaba, ahora tengo varios cuadernos de lo que sale y entra y eso lo aprendí de una amiga, ella es insistente cuando me dice: pague su salud, maneje la contaduría de su trabajo, anote sus ingresos, sus egresos, he aprendido mucho de la gente a mi alrededor”.
¿Qué implica tener un negocio propio?
Siempre consideré que mi trabajo en una empresa no estaba siendo valorado, el gasto de los pasajes era considerable y los tiempos agotadores. A pesar de ello, ahí formé las nociones básicas y aprendí de otras personas, de los modelos de otros lugares. A veces tengo una persona que me ayuda. De mi propia vivencia como trabajadora sostengo que yo no soy jefa, yo no soy patrona, esas son las bases que pongo, porque muchas veces me he sentido mal con los mandos y los tratos, aprendí que para generar trabajo se debe tener a los trabajadores bien, para que estén contentos.
Yo le apuesto a mi negocio día a día porque tengo capacidad de decisión sobre mi tiempo, abro y cierro cuando lo deseo. Además, puedo estar al lado de los hijos; aunque hay días que no hago nada, habrá otros días que me compensan, y porque tengo la facilidad, como la responsabilidad de manejar mi propio dinero.
¿Existe alguna red con las colegas en el barrio?
Sí, cuando no sé hacer algo le recomiendo al cliente ir a otras peluquerías, especialmente dos con las que tengo más contacto y conocemos el trabajo de la otra, y cuando estoy saturada les recomiendo y ellas también lo hacen.
¿Cuáles son las expectativas a largo plazo con su negocio?
Veo ampliar mi negocio, con una tienda de productos de peluquería, me gustaría que fuera en Villa del Socorro, mi negocio siempre estará acá, porque acá crecieron mis hijos y una aprende a querer el barrio. Trabajo con la expectativa de una vejez digna, me quiero ver bien a los sesenta años, con mi casa propia, ese es mi mayor propósito, una casa para mí y para mis hijos.
Por Valentina Montoya Vallejo
Este proyecto es ganador de la convocatoria “Territorios que Inspiran 2024”
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