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Ilustración de Rodrigo Aristizábal

Más allá del embarazo: corresponsabilidad en la salud sexual y reproductiva

En Colombia, hablar de salud sexual y reproductiva sigue reduciéndose a los embarazos adolescentes o al control de la natalidad en las mujeres. ¿Dónde quedan los hombres, la corresponsabilidad y otros derechos como el placer, la prevención de ITS (Infecciones  de Transmisión sexual), enfermedades de transmisión sexual (ETS) y la autonomía sobre el propio cuerpo?.

La conversación sobre salud sexual y reproductiva ha estado históricamente centrada en las mujeres. Ellas son quienes cargan con la presión de evitar embarazos, de tomar anticonceptivos, de asistir a controles médicos, de educar en sexualidad a sus hijas e hijos.

El Distrito de Medellín en su programa “Ser Familia” plantea una serie de métodos alrededor del embarazo y más de la mitad son direccionados a las mujeres:

Una mujer solo puede quedar embarazada una vez al año (con un máximo de nueve meses de gestación), mientras que un hombre podría embarazar a 365 mujeres, una por día en el año. Sin embargo, la educación, las políticas públicas y hasta las campañas siguen enfocándose en ellas, como si la responsabilidad fuese únicamente femenina.

Históricamente la anticoncepción se le ha recargado a las mujeres. Métodos como la pastilla, el implante o la inyección son útiles, pero también tienen efectos secundarios que pocas veces se visibilizan”, advierte Carolina Arango ginecóloga de la Universidad CES.

La Secretaría Distrital de salud cuenta con el programa de salud sexual y reproductiva con agentes territoriales asignados para la prevención y activación de rutas de atención. Isabel Cristina Rave es la profesional encargada en la Comuna 2 y expresa que:

Muy vinculadas con el Plan de Desarrollo Distrital le apuntamos a reducir los índices de embarazo adolescente aquí en Medellín. Las enfermeras que se destinan en cada comuna apuntan mucho a que las niñas y las mujeres puedan prevenir el embarazo. Antes teníamos una edad de 12 a 29 años, ahorita ampliamos el rango de edad hasta los 49 años para planificación familiar con implante subdérmico.

El implante subdérmico, (mal llamado Jadelle que es una marca de implante) es un método moderno de anticoncepción que puede durar entre tres a cinco años, dependiendo del tipo de implante que se elija. Consiste en una o dos barras cortas y delgadas del tamaño de un fósforo, que se implanta en la parte superior del brazo de la mujer y libera una hormona llamada progestina que espesa el moco cervical, impidiendo el paso  de los espermatozoides hacia el óvulo y disminuyendo la frecuencia de ovulación.

Luego de esta intervención, se remite a las niñas para un seguimiento con la EPS. La edad promedio para el inicio del periodo menstrual es entre los 10 y 13 años de edad, y es el momento de mayor carga hormonal en el cuerpo por los cambios físicos. Según un informe presentado por la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, métodos como este implante aumentan esta carga hormonal generando, en algunas mujeres, desórdenes como: ciclo menstrual irregular, náuseas, dolores de cabeza, brotes de acné e incluso problemas en la salud mental.

La Dra. Tasneem Bhatia, especialista en medicina integrativa, de urgencia, pediátrica y preventiva, enfocada a la salud de la mujer, en su libro “Los Cambios Hormonales” expone que las hormonas en las mujeres están conectadas al sistema nervioso y a su vez al estado emocional, por ende someterse a este tipo de métodos a tan temprana edad no es tan saludable.

Según cifras de Profamilia, a 2022 solo el 4% de los hombres optó por la vasectomía como método anticonceptivo, además en términos de alternativas no definitivas, para ellos se resume al uso de preservativo que no afecta ningún proceso de su cuerpo como muchos métodos en las mujeres. 

Principio de cuidado 

¿Por qué no aprender a cuidarnos y planear o no las maternidades desde el conocimiento de nuestro cuerpo? ¿Cómo funciona el ciclo menstrual y cómo desde este conocimiento puedo planificar? 

Siguiendo la idea de la planificación familiar como una parte importante de la salud sexual y reproductiva, existen los métodos de planificación natural desde el reconocimiento de la fertilidad en el cuerpo femenino como el método sintotérmico, que consiste en la observación del ciclo menstrual, desde la temperatura basal (temperatura más baja que alcanza el cuerpo en estado de reposo total) y el moco cervical para identificar los días fértiles e infértiles y así prevenir el embarazo o conseguirlo. El método Billings que se basa en la auto-observación de los cambios en el moco cervical y la sensación vulvar para reconocer estos períodos.

Una de las grandes razones por las cuales las mujeres suelen evitar estos métodos es porque creen que son menos efectivos que los métodos anticonceptivos hormonales, cuando, por ejemplo, la tasa de efectividad del método sintotérmico es del 98% al 99% según la Organización Mundial de la Salud OMS. 

Sin embargo, cabe advertir que este método requiere una disciplina y atención permanente a los síntomas del cuerpo para que funcione.

Además, en el libro Manual de Anticoncepción, escrito por un grupo de médicas y médicos en Ecuador, se expone que este tipo de métodos, basados en el conocimiento del cuerpo femenino y la fertilidad puede ser tan efectivo como los métodos “comerciales”:

El ciclo menstrual de una mujer es un proceso complejo que involucra varios signos y síntomas fisiológicos. Los métodos anticonceptivos naturales se basan en una estimación de los días fértiles a través del seguimiento y registro de los ciclos menstruales. A pesar de su simplicidad y enfoque natural, su éxito obedece al conocimiento de la variabilidad del ciclo de cada mujer”.

¿Por qué las charlas de salud sexual y reproductiva no incluyen el conocimiento del cuerpo?

Inculcar responsabilidad en las niñas sobre sus proyectos de vida también puede basarse en el comprender los procesos de su cuerpo, pues históricamente el cuerpo de la mujer ha sido un tabú y la educación alrededor de él es muy limitada sobre todo en la edad de la adolescencia que es cuando más cambios se atraviesan.  

Desde los derechos sexuales y reproductivos, todas las mujeres tenemos derecho a elegir cuándo, cómo y con quién iniciar nuestra vida sexual. Y si ellas como adolescentes deciden iniciar su vida sexual, la idea es que la inicien de la manera más protegida y más segura posible. Igual cada paciente tiene un método con el cual le iría mejor. No hay un método ideal para todas y todas tienen derecho a una asesoría correcta y completa anticonceptiva”. Señala la  ginecóloga Carolina Arango.

No se trata de negar los métodos anticonceptivos que para muchas mujeres funcionan y no les generan contraindicaciones o incluso los utilizan justo para inhibir sus ciclos menstruales. Se trata de que las mujeres puedan decidir cuál método utilizar teniendo acceso al conocimiento de todos y sus impactos en sus cuerpos.  

Más allá del embarazo

Hablar de salud sexual y reproductiva no debería ser sinónimo de embarazo. El concepto abarca mucho más:

  • Prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS) y enfermedades de transmisión sexual (ETS).
  • Educación sexual integral que hable de consentimiento, placer y autocuidado.
  • Acompañamiento en la salud mental frente a la vida sexual.
  • Prevención de violencias sexuales.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la salud sexual y reproductiva no se limita a la capacidad de tener descendientes, sino al bienestar físico, emocional y social en relación con la sexualidad. Colombia cuenta con normas que hablan de educación sexual integral, pero en la práctica, poco se abordan con suficiente claridad temas como diversidad sexual, prevención de violencia o acceso a servicios de salud amigables para los hombres.

Aquí puedes conocer los derechos sexuales y reproductivos que puedes exigir según el Ministerio de Salud.

Mientras la conversación siga girando solo en torno a las mujeres, los hombres seguirán ausentes de un tema que también les pertenece, y la carga de la responsabilidad seguirá siendo injustamente femenina.

Por Lorena Tamayo Castro

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