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Un patrimonio Comunitario 

En los años 70 ‘s, llega a la Comuna 2 un proyecto misional con la intención de acompañar y educar a las juventudes de la época, principalmente a las mujeres y niñas; las Siervas de San José, una comunidad religiosa española, que junto a los Jesuitas, se instalan en el norte de la comuna y construyen espacios educativos que son definidos por la comunidad como “patrimonio comunitario”.

La Congregación Siervas de San José es una comunidad de religiosas misioneras que surge en España en 1874 con el objetivo de acompañar poblaciones vulneradas y en extrema pobreza, ser un apoyo para las mujeres, promover la dignidad y realizar actividades educativas y sociales. Con esta intención llegan en 1957 a Colombia, y en 1971 a la Comuna 2, específicamente al lugar donde están hoy los barrios Playón de los Comuneros, Pablo VI y la Frontera. La propuesta inicial fue una Cooperativa de mujeres cabeza de hogar por la dignificación y el empoderamiento, donde brindaban formación en temas de tejido y confecciones con una dotación de máquinas, buscando formar en habilidades que les permitiera la obtención de recursos económicos y una mejora en la calidad de vida.

Alba Gloria es una de las religiosas de esta congregación, nació y habitó el barrio Pablo VI hasta su adolescencia, cuando las violencias obligaron a su familia a abandonar el barrio después de perder a sus hermanos hombres. Unos años después regresa como religiosa y con la misión de aportar a que su barrio cambiara: “Llegar fue afrontar y enfrentar la violencia barrial, pedir respeto por el territorio, por la vida. Era tiempo de fronteras y teníamos que decir: dejen pasar a la gente que el respeto por la vida debe prevalecer más allá de las ideologías”. Cuenta Alba mientras recuerda que muchas personas le decían que buscara venganza por sus hermanos pero para ella siempre fue mejor pensar en perdonar y hacer del barrio un lugar mejor.

La Cooperativa acogió hasta 50 mujeres que tras aprender a confeccionar iniciaron un emprendimiento de pañuelos y pijamas para vender, fueron reconocidas por la calidad en la costura y, entre la gestión de las Siervas, la Cooperativa fue contratada por empresas de la ciudad que posteriormente vincularon a algunas de estas mujeres. El trabajo se incrementó por la cantidad de producción que debían hacer para estos contratos así que crearon lo que llamaron una red de ‘yo te ayudo, tu me ayudas’ para el cuidado de sus hijas e hijos con vecinas y familiares. Así podían cumplir con las metas de producción que les generaba ingresos y a su vez aprovechar este dinero para también generar sustento a las cuidadoras.

Yulieth Natalia Restrepo es una de las mujeres que participó en la cooperativa, para ella fue la oportunidad de estar en un ambiente tranquilo, de aprender y sentirse en familia: “yo conocía desde pequeña la comunidad de las Siervas de San José, pero hasta los 16 años tuve un contacto más directo con ellas al ingresar al taller para capacitarme en costura y la verdad es que solo es una parte de lo que aprendí, pues recibí tesoros muy valiosos como estar en comunidad y en un ambiente de familia. Se preocupaban porque aprendiera todo lo que más se pudiera, las madres se esforzaban demasiado en darnos, a mis compañeras y a mí, un gran apoyo para salir adelante”. Yulieth recuerda que en este lugar también encontró la oportunidad de terminar su bachillerato, alimentación e incluso un hogar pues su familia pasaba por momentos muy difíciles y no podía brindarle este tipo de cosas.

En Fé y Alegría se dispuso un espacio para que Yulieth, junto a otras 4 mujeres tuviesen un lugar para vivir, todas estaban empleadas en las confecciones, recibían desayuno y almuerzo, lo que les aseguró un sustento por un buen tiempo “No solo nos beneficiaban a nosotras sino a nuestras familias, aligerando las cargas económicas. Cuando mataron a mi hermano, las siervas estuvieron presentes en todo momento a nivel emocional y personalmente, nos asistieron y colaboraron en todo lo que les fuera posible, incluso económicamente ayudaron a mi mamá. Es difícil resumir tantos momentos que compartí con ellas, son una gran bendición y ejemplo de vida pues de verdad que siempre están al servicio de la comunidad y entregan el corazón por completo”, recuerda Yulieth.

Además de esta sede, las Siervas de San José tenían espacios formativos en el Popular 2, Santo Domingo y Santa Rita, Dora Nelly Restrepo, habitante de Pablo VI, cuenta, en un audio, su historia de formación en el Popular 2:

Seguido de la Cooperativa, se generó una alianza con el SENA para, además de las confecciones, brindar formación en técnicas laborales a estudiantes del Asia Ignaciana y demás jóvenes de la comuna y la ciudad en sistemas, trazo y cortes, peluquería y atención integral a la primera infancia y se crea la Institución Técnica San José Obrero: Institución educativa de confesión católica, obra misional de la Congregación Misioneras Siervas de San José, un lugar que permanece frente al Asia Ignaciana. Es una institución abierta a la ciudad de Medellín con un foco principal en el bienestar estudiantil para la inserción laboral con un constante acompañamiento en lo humanístico.

En 2011, en convenio con la Alcaldía de Medellín, llegaron a tener hasta 800 estudiantes en formación de 12 técnicas laborales, acompañadas de kit estudiantil y alimentación pero este convenio se terminó y hoy funcionan desde la autogestión buscando nuevas alianzas y brindan formación en: Enfermería, mercadeo, contabilidad y administración, estas priorizadas por temas económicos ya que son técnicas que no requieren mucho material costoso y que tienen mayor oferta laboral para garantizar que los estudiantes logren ejercer. 

Se reciben de 30 a 35 estudiantes por programa en modalidad de alternancia. Los estudiantes deben cumplir con labor social en comunidades vulnerables. Cada estudiante cuenta con acompañamiento psicosocial y capacitaciones en habilidades para la vida.

A 2021 esta formación es acompañada por docentes de las diferentes áreas y la institución es coordinada por personas ‘laicas’ definidas por la hermana Alba Gloria como “ Las personas que sin ser religiosas se enamoran de la misión y el carisma. Están de la mano con nosotras en este trabajo desde sus familias, son quienes trascienden el proceso”. Además las siervas siguen al pendiente de los procesos y estudiantes, han dejado una capacidad instalada en el territorio, las personas que están en la coordinación fueron también participantes de la misión.

Claudia Elena Pulgarín Ortiz, coordinadora académica, aprendió de confecciones pero, principalmente, encontró su amor por el trabajo comunitario y decidió dedicar allí su vida, continúo sus estudios profesionales con el apoyo de algunas religiosas de la comunidad, es Licenciada en Matemáticas y se refiere a las Siervas de San José como su inspiración para trabajar. 

A 2021 la matrícula para las técnicas cuesta el 10% del valor comercial  (aproximadamente $200.000) para una duración de 1.800 horas. Se buscan patrocinios para los dos primeros meses de formación y luego se gestionan contratos de aprendizaje que permiten a las y los estudiantes un incentivo económico. Para mayor información contactar a la coordinadora en el celular 316 494 2172
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Por Lorena Tamayo Castro

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