La palabra depresión es conocida como sinónimo de tristeza, pero realmente esta puede ser un trastorno que afecta la salud mental. Uno de los síntomas es una tristeza intensa y duradera, de al menos dos semanas, pero la depresión también presenta sensaciones como estar bajoneado, irritable o desesperanzado, tener poco interés o placer por hacer cosas que anteriormente eran agradables; tener problemas para dormir o dormir demasiado, sufrir de dolores o molestias físicas, padecer cansancio o estar con poca energía, tener poco o demasiado apetito, sentirse mal con respecto a sí mismo, tener problemas de concentración, moverse más lento o más de lo habitual y/o la presencia de ideas relacionadas con la muerte.
Existen diferentes mitos sociales relacionados con la depresión en la adolescencia que deben ser cuestionados como que la depresión es parte normal de esta fase de la vida o que no existe en la adolescencia, que puede ser controlada con la voluntad, que un adolescente que le toca vivir una situación estresante siempre va a tener depresión o que en la depresión no se debe usar medicamentos antidepresivos porque producen acostumbramiento o adicción. Todas estas ideas son discutibles; aunque en la adolescencia las variaciones del ánimo pueden ser normales, en ocasiones pueden aparecer de manera grave. En estos casos, se requiere una detección temprana y tratamiento apropiado para que esta no tenga un curso crónico o surjan otras problemáticas como la disminución del rendimiento escolar, el abuso de sustancias y conductas de riesgo.
Es importante tener en cuenta que la depresión en la adolescencia se puede prevenir cuando se tienen relaciones significativas, se adoptan estilos de vida saludable, se participa en actividades entretenidas, aprendiendo técnicas para pensar positivamente, resolver los problemas, respirar y meditar.
Cuando se identifica una persona que pueda tener depresión, se recomienda ofrecer una escucha activa, hacer actividades de relajación, derivar a las redes de apoyo cuando se requiera, sea familiares, amigos o profesionales en psicología en caso de ser muy grave, y ayudar a categorizar y dividir las problemáticas que se están viviendo. Además de esto, se recomienda acompañar a las personas en la construcción de un plan de autocuidado en el que puedan identificar los signos de la aparición de las crisis, las actividades que los ayudan a entretenerse, las relaciones que ofrecen un espacio lúdico, las personas que pueden servir de apoyo y las rutas de activación de emergencia.
Intervenir la depresión en adolescentes se facilita cuando se reducen los mitos e ideas estigmatizantes y se reconoce como un problema que puede ser intervenido para promover la búsqueda de ayuda cuando se requiere. Es importante recordar que una identificación temprana y oportuna de la depresión garantiza un mejor pronóstico para el tratamiento y la recuperación.
Por Daniel Espinosa Duque
Psicólogo
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