Mujeres sembradoras de sueños

Espacio transformado de escombrera a huerta comunitaria por el cuidado del medio ambiente, el aire, la fauna y la soberanía alimentaria en pro de la salud y embellecimiento del barrio y de la comunidad.

Esta es la historia del colapso de una vivienda y el nacimiento de una huerta; del abandono del estado y del esfuerzo comunitario; de unos escombros que se convirtieron en plantas aromáticas. Esta es la historia de las Sembradoras de Sueños.

En 2015, sucedió que una de las casas a orillas de la quebrada La Herrera, en el barrio Andalucía, estaba a punto de colapsar y se derrumbaba en la parte de atrás -lo que conocemos como solar o patio trasero- a pesar de tener árboles frutales alrededor. La tierra fue cediendo de a poco, en una inspección el DAGRD (Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres) decidió que no era apto para vivir y que la construcción no podía seguir en pie, por lo tanto ellos mismos debían demoler las viviendas… Este terreno quedó baldío y el Estado no le prestó atención, por lo que se convirtió en una escombrera y además fue punto de microtráfico.

En ese entonces, yo estaba como delegada de Presupuesto Participativo y hablé de un posible mejoramiento en este espacio con el representante de medio ambiente, quien me dijo que hablara con una persona que estaba en representación del Jardín Botánico -en ese entonces las dinámicas de Presupuesto Participativo eran diferentes-, quien a su vez me dice a vuelo de pájaro: “Si usted tiene algo para hacer, ¡Hágalo!”. Entonces, redacté un pequeño proyecto de huerta y lo lleve a la Secretaría de Medio Ambiente, me atendieron y me remitieron con el funcionario encargado de las huertas, a quien expresé mi deseo de que cambiara el vecindario en este punto específico, pues la idea era que dejara de ser un basurero. Para esta gestión me acompañó la señora Cándida Saldarriaga, con quien hacíamos parte del mismo colectivo de mujeres, hicimos una visita en el lugar y nos sugirieron limpiarlo si queríamos tener este hermoso proyecto.

Al son de un sancocho

Luego nos reunimos con varias mujeres y algunos niños que nos quisieron acompañar en organizar y limpiar el lugar para poder sembrar; al son de un sancocho y mucho entusiasmo sacamos la basura que más pudimos y preparamos el lugar que poco a poco se convirtió en huerta comunitaria, el funcionario de medio ambiente trajo las primeras plántulas, unos bultos de abono y más adelante una estibas con las que cercamos el lugar para evitar daños. Poco a poco, hemos cosechado algunas verduras y plantas aromáticas que son para nuestro cuidado en salud y bienestar, incluso tenemos nuestra marca AUROMAR con las aromáticas que hemos plantado. 

La huerta se ha seguido reorganizado y ahora está adaptada con una buena cerca metálica y cuenta con un gallinero para complementar la soberanía alimentaria. Esta huerta ha sido ejemplo en nuestra comuna para otras más que luego han surgido y ha servido para capacitación de la comunidad y de la niñez, está abierta a colectivos y semilleros que deseen conocer el proceso y aprender a seleccionar los desechos para convertirlos en abono orgánico. También hemos hecho charlas de hierbas curativas, recordando la medicina ancestral que nos inculcaron nuestros padres y abuelas. Finalmente, tras los esfuerzos colectivos, hoy día la huerta está reconocida por el buen uso del espacio por la Alcaldía de Medellín y por la policía de medio ambiente. 

¡Que viva la soberanía alimentaria y la salud con bienestar!

Por María Aurora Flores