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Las mujeres nos protegemos acompañándonos para no callar más

María Alejandra Escobar Suárez

A las diez de la noche recibí una llamada angustiante de mi madre: “por favor cierra muy bien la puerta, pon trancas en las ventanas”, esa advertencia inusual estaba motivada por un suceso específico, ella había visto la noticia de que Leicy Reyes, una mujer de 25 años que vivía sola en el barrio La Francia, había sido encontrada sin vida en su propia casa, víctima de un hecho aún en investigación y catalogado presuntamente como feminicidio.

Lo que provocó la alarma de mi madre es que hace unos 5 meses, recién cumplidos mis 27 años, decidí -como alguna vez decidió Leicy- vivir sola y ejercer mi autonomía construyendo un proyecto de vida lejos del cobijo de mi familia de origen y sin el soporte de una pareja como se pretende a menudo en mi familia, en mi barrio, en mi país. Intenté explicarle a mi madre que muchas mujeres sufren la violencia a niveles tan absurdos como el feminicidio a pesar de que cierran bien sus puertas y ventanas o quizá precisamente por esta razón. 

La palabra feminicidio hace alusión al nivel más alto de las violencias basadas en el género – que en otras palabras significa que nos maten por ser mujeres -. Sí, por ser mujeres, o más claro diría yo, por lo que creen y se profesa en nuestra sociedad que es una mujer. ¿Cómo es eso? replicó mi madre; buscando las palabras le devolví la pregunta ¿Sentirías tanto miedo si fuera mi hermano quien viviera solo?.

La idea de que las mujeres debemos estar bajo tutela de los padres o de un marido ha existido hace mucho tiempo, y aunque ya logramos que las leyes nos digan otra cosa, aún se conserva la sensación de que algo está mal cuando actuamos en consecuencia y ejercemos nuestra autonomía. Esas son ideas que tiene nuestra sociedad de lo que es una mujer y castiga duramente a quienes nos atrevemos a transgredirlas.

Ejemplos como este encontramos todos los días, cuando vemos una noticia de abuso sexual y pensamos que la causa fue una falda corta, porque las mujeres decentes no visten así, porque las mujeres deben ser decentes, porque la indecencia merece irrespeto. ¿En serio? ¿No contamos aún con la libertad de elegir nuestros propios valores sin que se lastime nuestra dignidad con actos involuntarios, con señalamientos, con violencia?

A veces vivir sola no es el factor de riesgo, el riesgo radica la mayoría de las veces en cerrar bien las puertas, en trancar las ventanas, en lavar los trapos sucios en la casa, en amar románticamente como se nos enseña que aman las mujeres; un amor subordinado donde nos convertimos en propiedad de alguien más que se siente dueño de nuestras emociones, de nuestro cuerpo, de nuestras decisiones y, llegado a ese punto, también se empieza a sentir dueño de nuestra vida y como consecuencia ejerce sobre nosotras gobernanza. La sociedad, la familia, la pareja castiga cada intento de rebeldía ante ese supuesto orden- ¿Con el feminicidio? –  Sí, a veces con el feminicidio, pero antes de ese emplea otros recursos: se hacen bromas hirientes y piropos ofensivos, se normalizan los celos como muestra de un supuesto amor, te indican cómo vestir, cómo maquillarte, cómo hablar, te miente, descalifica, humilla, te insulta, te golpea, te manosea, te impone prohibiciones y te obliga a hacer cosas que no deseas; te amenaza, te violenta y muchas veces te mata.

Todo esto lo enfrentamos las mujeres y lo enfrentamos a menudo solas, porque se nos ha enseñado que de las intimidades no se habla. Pero cuán diferente podría ser si de forma simbólica abriéramos puertas y ventanas para dejar entrar a nuestras vidas a madres, amigas, hermanas y a quien queramos libremente para que se convierta en apoyo, con quien conversar, nombrar, cuestionar las realidades que nos pasan. 

Las mujeres no estamos para hacer destinos ni para sobrellevarlos pasivamente, tenemos la posibilidad de elegir y de llenarnos de preguntas que nos permitan vivir en libertad y amar desde la equidad y el respeto. 

Mamá, entiendo tu miedo, comparto tu miedo y tomo cartas en el asunto abriendo mi boca para buscar apoyo y abriendo mis oídos para otras mujeres. Extendamos también nuestras manos para rechazar los destinos impuestos, para exigir que ninguna mujer sea víctima como lo fue Leicy, para unirnos en la tarea de transformar esas creencias y de acercar a todas las mujeres que nos rodean los mecanismos oportunos, para protegernos, defendernos y ejercer libremente nuestros derechos.

Líneas de emergencia institucionales : 

-Línea nacional 155 de la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer.

-Línea de la Policía Nacional 123.

-Línea de la Fiscalía General de la Nación 122 para presentar denuncias de Violencia Intrafamiliar, Basada en Género y sexual.

-Línea gratuita nacional del ICBF 01 8000 918080. 

-Línea de protección a niños, niñas y adolescentes 141.

 

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Un comentario

  1. Gracias por tu irreverencia y honestidad. Entre nosotras debemos cuidarnos, valorarnos y acompañarnos, por supuesto, mientras alzamos la voz y emprendemos acciones para seguir transformando juntas y juntos está sociedad.

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