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Los días lunes, miércoles y viernes entrenan principalmente en la cancha de La Frontera.

La Isla: un equipo de fútbol para la vida

El equipo de fútbol de La Isla fue fundado hace 19 años por Magnolia Acevedo, un ama de casa que buscó en el deporte una opción de vida para los niños de su barrio. Hoy cuenta con casi 70 futbolistas niñas, niños y jóvenes.

En la cancha de La Frontera, allá estaban distribuidas en todo el terreno de polvo y pantano las distintas categorías del equipo de fútbol La Isla y de CIFDEA, quienes están en proceso de fusión para afrontar los retos de conformarse como escuela deportiva reconocida por el INDER.

En el arco sur, el equipo femenino realizaba su práctica de calentamiento. Junto con el balón,  recorrían su espacio asignado. Detienen sus risas y tocatas para atender al extraño que con jean invadía el campo de juego.  “He sabido valorar más las cosas porque en otras escuelas me lo daban todo y uno acá tiene que hacer mucho sacrificio”, dice Yuly Monsalve, delantera del equipo cuando  indago del porqué este equipo es distinto a los demás.

La Isla, así siempre se ha llamado el equipo de fútbol que fundó doña Magnolia Acevedo hace 19 años para que los niños del barrio tuvieran algo más para hacer. Entrenan según ella donde les presten la cancha, teniendo como primeras opciones La Frontera y “El Botadero”, además, han participado en torneos como justas deportivas, olimpiadas y Copa Atlético Nacional en Comunidad.

En el centro de la cancha Mateo García, delantero de su categoría, toca el balón con los demás integrantes, él, habitante de El Playón de los Comuneros, afirma que el trabajo en equipo es importante y es de lo que más trabajan todos: “el compañerismo va muy a flote porque aquí nos enseñan a tratarnos bien y a aprender de los errores”.

En el barrio, el fútbol es esa mezcla de sueños de niños, niñas y jóvenes que esperan tener la oportunidad de jugar en grandes equipos. También, por medio de este deporte pueden aprender muchas otras cosas útiles para sus vidas, como lo afirma doña Magnolia: “podemos infundirle a los niños valores morales que para mí es lo primordial en un deportista”.

Hace 9 años, Brayan Arango, tecnólogo en dirección técnica de fútbol y habitante del barrio Pablo VI, se sumó al equipo para apoyar el trabajo de doña Magnolia. Como él, Santiago, Jhon Walter, Juan Pablo y Byron de forma voluntaria pero con mucho compromiso se encargan del aspecto deportivo. También, Nancy Moncada, mamá de uno de los futbolistas apoya con la parte administrativa; y para complementar, Juan Pablo Martínez, un joven estudiantes de auxiliar de enfermería es el “médico”, quien se sumó al proceso después de asistir a algunos entrenamientos.

El trabajo con el equipo no se queda en la cancha, doña Magnolia y Brayan acompañan a los futbolistas en su cotidianidad, siendo un proceso integral que busca el bienestar: “llegamos hasta el hogar de cada uno de ellos para ver cómo es la convivencia, a veces los niños y las niñas reflejan en el entrenamiento lo que les pasa en la casa, entonces nos ponemos de acuerdo y los visitamos”, expresa doña Magnolia.

En lo deportivo, recuerdan que por el equipo han pasado niños que ahora entrenan con el Atlético Nacional y Deportivo Independiente Medellín, también en el Real Madrid y equipos de México y Estados Unidos, aunque reconocen que al no estar constituidos como club deportivo, el paso de estos futbolistas pasó casi que desapercibido.

“Son niños muy disciplinados y los profes están pendientes de ellos. El fútbol es importante en lo personal y profesional porque esto los disciplina, les enseña a enfocarse en sus metas”, expresa en las gradas Claudia Morales, mamá de uno de los futbolistas mientras observa el entrenamiento.

Como este equipo liderado por doña Magnolia y Brayan pueden haber muchos más en nuestra comuna y ciudad, fortaleciendo los lazos comunitarios y brindando posibilidades de esparcimiento y de formación social y deportiva a niños, niñas y jóvenes, pero lo más importante es que estos clubes alimentan los sueños de quienes esperan algún día ser los pibes del barrio.

 

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