Casi todos nuestros barrios tienen un mural de alguno de los dos equipos de fútbol, pues en esta ciudad los clásicos no solo se juegan los domingos, varios muros recuerdan a nuestros muertos, porque como dice la canción “no se muere quien se va, solo se muere quien se olvida” y si esforzamos un poco más la mirada se encuentra un fulano o fulana de tal te amo, o con un corazón dibujado, o un tal por cual.
La Comuna 2 – Santa Cruz quizás no sea el referente del grafiti y el muralismo en la ciudad, pero sin duda, es una manifestación estética que también se vive y se ve por nuestras calles. Y es que como dice Juan Obed Yepes, grafitero, más conocido como Jackgo, siempre “la juventud va a tener una necesidad por la expresión libre”. Este artista explica que tanto el grafiti como el muralismo son una expresión gráfica que manifiesta un mensaje de autonomía, una estética o simplemente una apropiación de un espacio público.
En el mismo sentido, para Juan Fernando Pineda, artista gráfico de nuestra comuna, los muros “son espacios de libre expresión, donde los artistas pueden dar a conocer su trabajo y expresar todo eso que sienten y para que la gente se salga del caos de la ciudad”. Ambos conciben la calle como un lugar libre, para hablar y para compartir, es por eso que el arte puesto en los muros toma significados diversos que van desde lo contestatario, como el Prohibido Olvidar pintado en la Casa para el Encuentro Eduardo Galeano; también para anunciar la presencia como lo hacen las barras de fútbol con el RXN o LDS o para honrar la memoria como lo es el proyecto de retratos hablados en la cuadra del pantalón del barrios Villa Niza que muestra los rostros de jóvenes asesinados en la violenta década de los 90.
Actualmente en Medellín, el muralismo y el grafiti pareciera ser un arte validado, son muestra de esto las obras en las pilonas del metro, tours enfocados en el arte urbano como lo hacen en el barrio Las Independencias de la Comuna 13, corredores de muros pintados como en el Boulevard de la calle 10 del poblado.
Aunque lo anterior es muestra de avances en la disposición de espacios para el arte gráfico urbano, desde la mirada de Jackgo esto enfrenta un gran reto y es que corre con el riesgo de no trascender la simple decoración de los espacios y ser piezas meramente ornamentales, un asunto conflictivo para este tipo de arte, pues desde sus inicios a principios del siglo XX en Latinoamérica para el caso del muralismo y en la década del 70 para el grafiti ambas expresiones han estado ligadas a sentidos sociales y políticos, de denuncia o de comunicar la realidad social, política, económica y cultural de los lugares en que se realiza.
Por otro lado, otro gran reto expresado por Juan Pineda es la de poder pintar en lugares más visibles para compartir su arte con muchas personas que ver murales y grafiti se convierta en un espectáculo , “en el centro por ejemplo hay muchos y muy chimbas que pocas veces uno pasa por zonas que son muy industriales y están llenas de grafitis y murales, pero la gente no lo sabe porque son zonas que no son tan concurridas” remata Juan.
Lo cierto es que, sea ornamental o con mensaje social y político, el arte urbano hace de nuestra experiencia por la ciudad y por nuestra comuna algo más ameno, si prestamos atención a nuestro entorno encontraremos piezas únicas o mensajes cifrados para los transeúntes. “Cuidado de cualquier lado sale un artista”: antes de discriminar, reprochar o calificar estos actos de vandalismo, es seguro que todos y todas en algún momento también rayamos un muro o el pupitre del colegio porque también quisimos decir, pero no pudimos.
Por Christian Álvarez López
Este texto hace parte de la Edición 97 – Ser Joven. Para ver la edición completa haga clic aquí.