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Foto Archivo El Colombiano

El Cambio Climático: una amenaza urgente que requiere acción colectiva

El cambio climático ha dejado de ser una preocupación futura para convertirse en una realidad palpable que afecta a Medellín. Este fenómeno, impulsado principalmente por actividades humanas de larga data, como la deforestación y la quema de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón y el gas natural, está provocando un aumento gradual en la temperatura promedio de la Tierra. Sus impactos son evidentes: cambios en los patrones de lluvia, aumento del nivel del mar y eventos climáticos extremos como sequías e inundaciones. En el Valle de Aburrá, esta realidad se vuelve aún más tangible.

Primeros meses del año ¡Qué Calor!

Las altas temperaturas de los primeros tres meses de este año son solo una muestra de los extremos climáticos que nos afectan, con cifras récord de 33,7 °C (grados Celsius) en la ciudad de Medellín se produce un efecto denominado “islas de calor”, un fenómeno donde “la temperatura media de una ciudad de más de un millón de habitantes puede ser mayor entre 1 y 3°C (grados Celsius) a las de sus alrededores. Y en la noche, puede subir hasta 12 °C (grados Celsius) porque las estructuras de construcción liberan el calor que reciben en el día” según el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

Esta situación no solo causa incomodidad, sino que también aumenta los incendios forestales, las sequías, los golpes de calor a personas y mascotas; y agrava problemas como la mala calidad del aire.

El aire en Medellín, ¡dañino para la salud!

Los impactos del cambio climático son múltiples y abarcan desde el medio ambiente y la biodiversidad hasta la salud humana y la economía. En Medellín, la emergencia ambiental sobre el aire es una manifestación clara de cómo el cambio climático puede exacerbar problemas existentes en la salud.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire es un factor de riesgo para enfermedades del corazón, los accidentes cerebrovasculares (derrames cerebrales), la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el asma y el cáncer.

En un estudio realizado por la Universidad Pontificia Bolivariana y otras instituciones se encontró que 12 de cada 100 niños y niñas desarrollaron asma en ciudades como Medellín y Bogotá a causa del aire que se respira en estas ciudades.

El estudio determinó que:

  • El aire contaminado, la malnutrición y el ambiente urbano construido aumentan los desenlaces respiratorios.
  • Con el material particulado respirable circulan hidrocarburos aromáticos policíclicos, potenciales cancerígenos (principalmente producto de combustión vehicular) cuya concentración varía principalmente con el periodo del año.
  • Los componentes del material particulado en el aire tienen la capacidad de modificar el material genético, y podrían estar relacionados con la aparición de enfermedades.

De acuerdo a datos presentados por el Instituto Nacional de Salud en el país para el 2019 el 8% del total de muertes en Colombia está asociada al impacto ambiental, y de este porcentaje, el mayor número se produce por enfermedades relacionadas con factores de riesgo asociados a la contaminación atmosférica.

Protesta de ambientalistas que quieren mostrar la difícil situación ambiental en Medellín en el año 2016, Foto Raul Arboleda / AFP

Acción colectiva, en respuesta a la crisis climática

Es crucial entender que el cambio climático no es un fenómeno aislado; está intrínsecamente ligado a nuestros consumos y acciones como sociedad, donde se ha desencadenado un desequilibrio en el clima que está afectando a todos los sistemas del planeta, desde el aire hasta el océano y los glaciares. Eventos extremos como olas de calor, lluvias torrenciales y sequías están ocurriendo con una magnitud y frecuencia sin precedentes, poniendo en riesgo a todas las especies y ecosistemas.

En el artículo ¿Cómo sabemos que el cambio climático es real? la NASA afirma que “es innegable que las actividades humanas han producido los gases atmosféricos que han atrapado una mayor parte de la energía del Sol en el sistema de la Tierra”.

En esa misma línea conlleva riesgos en la infraestructura urbana, el acceso al agua y salud. La forma en que hemos vivido y construido nuestras ciudades y montañas nos hace especialmente vulnerables a estos impactos.

Ante esta realidad, es imperativo actuar, cada individuo tiene un papel que desempeñar en la lucha contra el cambio climático. Desde reducir nuestro consumo de energía hasta optar por formas de transporte más sostenibles y apoyar la energía renovable, nuestras acciones individuales pueden marcar la diferencia. Pero más allá de las acciones individuales, es crucial reconocer la importancia de la acción colectiva y en defensa del medio ambiente presionar a los gobiernos y a las empresas para que tomen medidas más efectivas y adopten políticas y no fachadas que promuevan la sostenibilidad y la mitigación del cambio climático.

El cambio climático es una amenaza urgente que requiere una respuesta global y coordinada, tenemos la responsabilidad de actuar, aunque es importante reconocer que las responsabilidades no son iguales. Los países y las empresas más desarrolladas tienen una responsabilidad diferenciada hacia un futuro sostenible y equitativo. Solo al tomar medidas concretas y responsables esperamos poder mitigar sus impactos y construir un futuro más seguro y sostenible para todas y todos.

Por Rodrigo Aristizábal 

 

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