La vida de cada una de las personas ha sido posible gracias a las mujeres. Tanto yo que te escribo, como vos que me leés hemos tenido un referente femenino que, desde sus diversas capacidades, ha dedicado su energía y cuidado a la revolución amorosa.
En los hogares de Santa Cruz se ha vivenciado el amor de las mujeres en cada abrazo, en cada plato de comida, e incluso, en cada regaño. En las escuelitas tuvimos ese primer acercamiento a la educación gracias a las mujeres que creen en un mejor futuro para nuestra Comuna. También al padecer alguna enfermedad, si los cuidados en casa no son suficientes, en los centros de salud las profesionales han puesto al servicio de la comunidad sus conocimientos para cuidar a quienes lo necesitan. En los barrios, las lideresas han ayudado a impulsar proyectos para construir espacios de encuentro comunitario.
¿Te imaginas si a cada uno de estos lugares le comenzaran a faltar aquellas mujeres que los habitan? ¿De qué manera la comuna continuaría con su diario vivir sin un pilar tan fundamental? ¿Es posible que el maltrato contra las mujeres esté presente en nuestra sociedad? ¿Cómo podemos garantizar el cuidado ante las mujeres de la comuna? ¿A quién acudo si presenció prácticas machistas o si sufro violencias solo por ser mujer?
Son precisamente estos actos de amor los que hoy debemos, en agradecimiento y respeto por la vida y por el tiempo de cuidado que las mujeres brindan en cada hogar, replicar desde aquel cuidado aprendido. Por eso es deber de todas y todos los habitantes de la Comuna 2 cuidar a nuestras mujeres y hacer que sea un territorio seguro y justo para ellas.
Por María Aurora Flores