Ser zurdo en un mundo derecho implica adaptarse a las herramientas no construidas para nosotros, ser sinónimo de torpes y hasta siniestros.
“Manicagado”, esa es la expresión más común en mi infancia y quizás en la de muchas personas, esto, porque formo parte del 12% de la población que escribe con la mano izquierda.
Para quienes no sabían, el 13 de agosto celebramos nuestro día, el Día Internacional del Zurdo, una fecha desconocida hasta para mí. Si no es por mi hermana que me felicita, la paso de largo y no tendría pretexto para escribir.
Existe el mito de que los zurdos somos personas inteligentes y creativas, eso no lo aseguro, pero puedo referenciar algunos personajes ilustres que han dejado en alto a esta minoría excluida de los anales de las herramientas:
En el campo de la música, Beethoven, Kurt Cobain, Jimi Hendrix, Celine Dion y Paul McCartney; como actores y actrices los más sobresalientes son Charles Chaplin, Tom Cruise, Nicole Kidman, Marilyn Monroe, Julia Roberts y Sylvester Stallone; en la política, Simón Bolívar y Fidel Castro; escritores como Lewis Carroll creador de Alicia en el País de las Maravillas, Goethe y Franz Kafka; en la gama de pintores, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel y Picasso; en la ciencia, nada más y nada menos: Albert Einstein e Isaac Newton; por último y no menos importante, es necesario nombrar a aquel emprendedor que pensó en nosotros, aunque es una caricatura, su aporte es fundamental: Ned Flanders de Los Simpson, el fundador de “Leftorium”, una tienda dedicada a la venta de artículos para zurdos.
La intensión de esto no es que ensanchemos el pecho y nos creamos la crema y nata de la sociedad; es para que reflexionemos, ya que “manicagados”, no lo somos en cuanto al pensamiento se refiere, aunque en muchos casos tengamos letra fea y seamos torpes. Esto último tiene relación con la frase dicha dos párrafos arriba: “excluidos de los anales de las herramientas”.
Crecimos en un mundo derecho, por lo menos en todo mi recorrido escolar, me llegué a topar con una silla para zurdos cuando estaba como en noveno grado. Los ocho años anteriores me adapté a un pupitre en el que prácticamente apoyaba mi brazo en el aire. ¿Así cómo vamos a desarrollar nuestra motricidad fina?
Tuvimos que aprender a usar las tijeras con la otra mano, el mouse del computador, los instrumentos musicales, los torniquetes del metro y hasta los controles remotos, ya que el botón “power” está ubicado de tal forma que debe ser apretado por el pulgar derecho.
Me imagino un mundo zurdo, en éste, Santos representaría a la izquierda y la Marcha Patriótica la derecha; cuando preguntemos una dirección nos responderían: “váyase izquierdo dos cuadras y luego voltee a la derecha”, los abogados habrían estudiado izquierdo en la universidad y la constitución y tratados internacionales defenderían los “Izquierdos Humanos”; por último y para que nos vaya bien en el día, nos deberíamos levantar con el pie izquierdo.
En la mayoría de los idiomas, derecho o diestro significa recto, hábil o lo que está conforme a la regla, mientras que izquierdo o zurdo tiene connotaciones negativas, por ejemplo la palabra siniestro que es sinónimo, expresa algo funesto o una destrucción.
Ser zurdo no es una enfermedad; pese a que la ciencia ha desmentido ese mito, aún sigue habiendo familias o docentes que buscan corregir tal característica. La explicación más aceptada es aquella que se refiere a un mayor desarrollo del hemisferio derecho del cerebro, encargado de controlar el lado izquierdo del cuerpo.
En fin, ser zurdo es una odisea en el mundo derecho; pero da risa recordar la gran cantidad de veces que he emborronado mi cuaderno con tinta, luego de escribir una palabra y pasar sobre esta la mano para continuar escribiendo o cuando me siento al lado derecho de un diestro, porque con un simple movimiento, nuestros brazos pueden chocar y zarandear los lapiceros.