Soy Yerzy Arias, vengo de un pueblo llamado Ciudad Bolívar de Antioquia, llegué a Medellín en el año 2017. Unos meses después empezó mi travesía.
En mayo de ese año, cuando íbamos al hospital con mi madre, nos encontramos con un grupo de personas al cual mi mamá reconoció, eran los scout. Ella los conocía porque perteneció a este movimiento. La verdad yo solo los veía en las películas, mi mamá me preguntó si quería ingresar y como en ese tiempo necesitaba distraerme, acepté. Le preguntó al jefe scout -suena algo extraño pero así se les llama-, qué se necesitaba para entrar, el jefe Omar dijo que hacer parte de este grupo no tenía ningún costo y que fuera a las reuniones a mirar si me gustaba. Así fue, estuve yendo a las reuniones los sábados a las 10:00 a. m. en la iglesia de Andalucía.
En ese entonces tenía 9 años. Pertenecí a la Manada, que es la unidad infantil organizada por edades desde los seis hasta los once años, me gustó, en verdad me gustó; es tan bonito y enseñan tantas cosas. Después de unos meses logré avanzar y me uniformé, la uniformación es cuando un scout se gana su pañoleta; estaba muy emocionado, creo que ha sido lo más fascinante que me había pasado en la vida.
Un tiempo después llegó el momento de pasar a Tropa, la unidad de adolescentes. Me acuerdo que no me habían pasado aún y yo ya estaba haciendo actividades con ellos, me emocionaba pasar a la otra unidad ya que allí subía el nivel de enseñanza. Pasé un momento muy emotivo al usar la camisa verde. Cada unidad se representa por color: Manada es amarilla, Tropa es verde, Pionero es azul y Rober es rojo.
Después entendí todo el cuento de la técnica: nudos, amarres y el método de enseñanza al aire libre que se llama escultismo. Desde entonces he aprendido muchas cosas que me han servido como persona y como un buen ciudadano, es realmente genial ir. Esto me cambió la vida y ayuda a que los niños tengan en qué distraerse y no caer en malos vicios, allí conocí a mis mejores amigos. Los scout son como una hermandad, siempre juntos y hasta el día de hoy, en el año 2019 y a mis 12 años, sigo enamorado del escultismo y del servir.
Por Yerzy Arias