Unas botas tiradas a la basura por sujetos que se esconden en el negacionismo para ocultar la mayor atrocidad cometida por quienes tienen el deber de cuidarnos, insultando el dolor de miles de madres que han luchado por no quedar archivadas en un caso más que no tendrá solución. Un asesino revivido y resaltado, en un lugar donde su violencia cegó la vida de miles de jóvenes que tenían extraviado el futuro por culpa de una ciudad fúnebre. Recorridos turísticos que convierten la ficción en realidad, malversando los hechos y glorificando pasados oscuros, blanqueando el dolor de miles de personas. Verdades escondidas o modificadas con el afán de comercializar la historia… Y un país que tiende al olvido. Es un poco de lo que hemos vivido hasta este momento.
El desprecio por el pasado no es más que la evasión de la responsabilidad que tenemos como país de reparar, reivindicar y curar las heridas que se han dejado en los individuos gracias a nuestra historia de violencia que no reconoce el padecer y el sufrimiento de sus habitantes, revictimizando constantemente a quienes luchan por la verdad.
Colombia ha vivido décadas de conflicto armado, desplazamientos forzados, masacres y violaciones de derechos humanos, estos eventos no solo han marcado a las víctimas directas sino que, también, han dejado una huella en la memoria colectiva del país.
Preservar la memoria histórica, colectiva y social es crucial para evitar que los horrores del pasado se repitan. Ya que permite reconocer y honrar a las víctimas dándole voz y visibilidad en una sociedad que a menudo prefiere mirar hacia otro lado.

Así mismo, la memoria es una herramienta poderosa para la reconciliación y la construcción de paz. Al recordar y reflexionar sobre los dolores del pasado, la sociedad debe aprender de ellos y trabajar para construir un futuro mejor, más inclusivo y equitativo. La memoria nos ayuda a entender las causas y consecuencias de esa violencia, y nos proporciona las bases para crear estrategias que promuevan la justicia y la reparación.
En un país que tiende al olvido y a la exaltación de la violencia, cuidar la memoria es un acto de resistencia y de compromiso con la verdad; es un esfuerzo por mantener viva la historia de aquellos que sufrieron y lucharon, y por asegurar que sus experiencias no sean en vano. La memoria no sólo preserva el pasado, también ilumina el camino hacia un futuro más consciente y solidario.
El Periódico Mi Comuna 2, como medio de comunicación comunitaria, es fundamental para recoger nuestras memorias, transitarlas y tejer los relatos que nos permitan reconciliarnos y acercarnos a la anhelada paz.
Este editorial hace parte de la Edición 99.
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