Para resolver esta pregunta, Melisa Villa, psicóloga y habitante del barrio Santa Cruz, nos comparte sus miradas desde las afectaciones que puede tener el cambio climático y las condiciones de nuestro medio ambiente en la salud mental.
“Un ejemplo puntual en nuestro contexto es cuando se generan alertas rojas por deslizamientos, esto genera una preocupación y de paso suben los niveles de estrés, es decir, afecta la salud mental y de paso al organismo, pues no se puede separar la mente del cuerpo, las afectaciones mentales se muestran con episodios como el insomnio, la ansiedad o hasta indigestión” afirma Melisa.
Además, plantea que en zonas de altas temperaturas permanentes es más común la irritabilidad mientras que los periodos fríos pueden incidir en la depresión y al tener cambios climáticos entre estas temperaturas nos podemos desestabilizar. Por otra parte, las acumulaciones de basura generan un ruido mental que también afecta nuestro bienestar “el medio ambiente es un derecho y nosotros mismos nos lo estamos negando”, concluye.
Ante estas situaciones, es importante tener en cuenta los signos de alarma que presentan las personas con afectaciones en su salud mental: cambios de ánimo abruptos como episodios de mucha felicidad y luego tristeza, pérdida de interés en cosas que normalmente disfrutan, desorden en el sueño, falta de apetito, hacer las cosas con mucho afán y aumentar el estrés laboral, aislarse y evitar comunicación con otras personas. Estos estados por tiempos prolongados, como sentirse triste por una semana completa o empezar a olvidar el cuidado personal, pueden ser alerta para prevenir implicaciones de salud mental mayores, es decir, si notamos esto en las personas cercanas o en nosotros mismos, lo mejor será consultar con un profesional.
Además, es importante resaltar que cuando una persona nos manifieste que no se siente bien, o algo le preocupa, se deben evitar respuestas como “por esa bobada se está sintiendo mal” “eso no son penas” “yo le dije que no hiciera eso, ahí tiene” no juzgar ni minimizar para que la persona no pierda la confianza en contarnos y podamos ayudarla a mejorar su salud mental y física.
Por Lorena Tamayo Castro
Este texto hace parte de la Edición 98 – Hagamos un acuerdo, ¡Cuidemos la Vida!
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