La consolidación poblacional de la Comuna 2 – Santa Cruz remonta a la época del 1960, cuando la Fundación Casitas de la Providencia reubicó a las personas que, huyendo del conflicto bipartidista o de las condiciones de pobreza que padecían en el campo, construyeron sus viviendas en sectores como La Bayadera, el Ferrocarril de Antioquia, Los Libertadores, La Iguaná, entre otros. Lugares en donde hoy se encuentra La Alpujarra, La Minorista, el SENA, y algunos sectores del centro de la ciudad.
En dichos lugares, las personas, en su condición de empobrecimiento, optaron por emplear materiales como el plástico, la madera y el metal para la construcción de sus casas, dichos hogares fueron reconocidos históricamente como los “tugurios”.
“En los años 40 hay un decreto de trasladar esa población un poco más retirado del centro, cuando decimos retirado hablamos del basurero municipal, que hoy en día es Moravia, pero estamos hablando de un lugar que para ese entonces era muy lejos, cuando fundan Villa del Socorro lo era aún más”, explica Fernando Cuartas habitante de la Zona Nororiental, historiador de la Universidad Nacional y caminante de la ciudad de Medellín.
“Al darse cuenta de que la ciudad estaba invadida por tugurios, los Estados Unidos mandaron el dinero para que se comprara el lote y construyeran las casas. Pero esas casas fue un descontento para las familias, era porque nos quitaban el rancho, donde no se pagaban ni servicios, ni arriendo, ni nada y nos trajeron, ya había que pagar la casa que eran $7.500 las grandes y $6.500 las pequeñas, con 20 años de plazo y fue difícil pagarlas”. Narra Ofelia Montoya, una de las primeras habitantes del barrio Villa del Socorro. Llegó a Medellín en marzo de 1962, luego de habitar el sector de Los Libertadores donde hoy se encuentra la Minorista.
Estas familias fueron censadas y luego trasladadas a la periferia de la ciudad, el lugar elegido, La finca El Morichal. Las casas eran viviendas de dos o tres habitaciones, la cocina, la sala y un patio del mismo ancho y largo de la casa para que las personas que venían del campo pudieran cultivar, aunque, esto sirvió para ampliar o construir nuevas viviendas para el crecimiento de estas familias.
Genívora Acevedo una de las primeras habitantes del barrio Villa del Socorro, oriunda de Salgar Antioquia, cuenta que su madre tomó la decisión de venir a Medellín convidada por un vecino que se encontraba preocupado por su porvenir, él vio en la ciudad la posibilidad de mejores condiciones de vida y de salir de la pobreza. Una vez estuvieron cerca del Ferrocarril de Antioquia hicieron su rancho, uno pegado del otro. Cuando llegó este proyecto fue encuestada y finalmente traslada al sector. Cuenta “a nosotros nos llevaban en volquetas, las cosas en los costales, cajas, en lo que fuera y en volquetas nos traían, nos entregaban la casita, una cama, una mesa y yo no creo que más, ahí uno tenía que aprender a sobrevivir”.
Una vez las personas se instalaron en los sectores indicados, se comenzó la consolidación en torno a espacios compartidos. Dicho proceso se hizo a varias manos, de manera solidaria, especialmente los domingos; los hombres destinaban su día de descanso para poner la “mano dura”, las mujeres contribuyeron en la recolección de recursos haciendo productos para comer y el alimento para los días de convite, también cargaron materiales. El objetivo comunitario fue construir sus calles, centros cívicos, la iglesia y la escuela, con el apoyo de padres que tenían su fundamento filosófico en la teología de la liberación.