El Intercambio Nacional Red Jóvenes sin Fronteras de la Comuna Dos de Medellín y Redes Juveniles de las Localidades 1,2 y 3 de Cartagena, tuvo lugar en la heroica desde el 15 hasta al 18 de diciembre. Allí, en medio de una serie de actividades, se logró el reconocimiento de los procesos que lideran estas redes en cada una de sus ciudades.
Eran las siete de la noche del pasado 15 de diciembre cuando el bus con dirección a Cartagena estaba listo para partir, claro, después de solucionar una serie de inconvenientes que suelen presentarse en este tipo de viajes. Los jóvenes abordo reflejaban una gran felicidad, no sólo de ir a un destino turístico y de máximo reconocimiento en el país por su bella y antigua riqueza arquitectónica, su playa o su mar, sino porque eran los representantes del trabajo que elaboran en red las organizaciones juveniles de Medellín.
Después de un viaje de casi 16 horas y mientras se realizó el hospedaje en el hotel, los jóvenes de Medellín y Cartagena se encontraron por primera vez en el quinto piso del concejo de la ciudad, mismo donde se realizarían los encuentros de los días siguientes.
En el evento sólo habían representantes de Cartagena y Medellín. Al parecer el nombre de Intercambio Nacional no era referido a las regiones participantes sino que “Era Intercambio Nacional no por el hecho de que muchas regiones participen, sino porque los jóvenes de la Comuna Dos priorizaron una salida fuera de la región, del municipio de Medellín. Entonces era el hecho de ir y compartir tanto lo que teníamos nosotros y recibir también de los demás lo que tenían para nosotros” asegura Jose Esteban García Monsalve promotor juvenil de la red Jóvenes sin Fronteras.
Compartiendo historias
El tiempo no dio lugar a esperas. Los jóvenes de Medellín, el mismo día que llegaron, pese al cansancio del viaje tuvieron la disposición para realizar la labor que tenían prevista. Lo primero fue hacer la presentación histórica de cada una de las redes que estaban presentes.
Se dio inicio entonces, con una presentación general de las redes de Cartagena. La “heorica” está divida en tres localidades: 1, 2 y 3. Por tal motivo, se crearon el mismo número de redes en la ciudad y por tanto tienen el nombre de cada localidad: 1,2 y 3 respectivamente.
Seguido de esto, pasaron los representantes legales de cada una de estas localidades para hacer una presentación más detallada de la forma de participación que tienen sus procesos. Misma que dejó sorprendidos a los jóvenes de Medellín y también a los anfitriones, pues una forma clara y diferente de trabajar es que la red Jóvenes sin Fronteras no tiene personería jurídica, en cambio las de Cartagena sí.
“La red Jóvenes sin Fronteras nos ha dejado una gran enseñanza pues el hecho de que no trabajen con personería jurídica es muy importante, porque nosotros no queríamos tampoco estar legalizados, pero la administración insistió porque de cierta manera ellos necesitaban justificar sus metas del plan de desarrollo. Nosotros nos opusimos fuertemente a esto, pero no pudimos contrarrestarlo. Por eso hace parte de una de las grandes enseñanzas que nos dejan” asegura Deyder Henríquez Matos, representante legal de la Red Juvenil de la Localidad 3 Industrial y de la Bahía.
Por su lado, después de las presentaciones brindadas ese día por los jóvenes cartageneros, tres representantes de la Red Jóvenes sin Fronteras prosiguieron a contar la historia de su conformación. Misma que data desde los años noventa, cuando la ola de violencia azotaba con su más fuerte látigo la Comuna y la ciudad.
Desde entonces diferentes movimientos juveniles empezaron a robarle “pelados” a la guerra y a conformar organizaciones que se caracterizaban porque todos sus integrantes tenían un gusto en común.
Hasta hace cuatro años estos grupos vieron la necesidad de unificar todos sus talentos, desde todas sus áreas, para así ganarle la batalla a las drogas y a las armas. Por eso, desde entonces, estos grupos siguen escalonando juntos pues no tienen fronteras que les impidan lograr utopías. Así se conforma entonces la red Jóvenes sin Fronteras.
Como los ánimos y el espíritu estaban en pie, los jóvenes prosiguieron con la agenda visitando el barrio Getsemaní, uno de los de mayor recordación en Cartagena y en donde un grupo de niños impresionaron con su particular y talentosa forma de bailar. Por último, se dio el recorrido por las murallas y el centro de la ciudad.
Al día siguiente, es decir, el 17 de diciembre. Los jóvenes volvieron a encontrarse en el quinto piso del concejo, donde se realizó una actividad muy motivante y de reflexión.
La idea fue dividir a los participantes en tres mesas de discusión. A la primera le tocó el tema de derechos juveniles, a la segunda el de promoción y participación de los jóvenes en organizaciones juveniles y la tercera le correspondió hablar sobre la creación y desarrollo de las organizaciones juveniles.
De esta forma, cada una de las mesas eligió a uno o varios representantes que socializaron los resultados que surgieron después de la discusión de cada grupo.
Fue así como líderes de Cartagena y de Medellín unieron sus conocimientos y expusieron con argumentos lo que planteaban a cada tema trabajado y desde entonces, partieron a la construcción conjunta de saberes.
Como no todo conocimiento se podía construir en este mismo recinto, se emprendió una nueva caminata por Cartagena hasta llegar al famoso Castillo de San Felipe, lugar en el que se forjaron nuevas amistades entre las redes y donde se realizó la entrega de símbolos. Sin embargo, todo no fue perfecto. Muchos de los asistentes se quedaron por fuera de este pequeño evento, al parecer, por falta de comunicación. Al final la situación fue comprendida y como siempre, abstrajeron una enseñanza del incidente.
Para las dos últimas actividades del día se llegó primero al coliseo Bernardo Caraballo, donde se disputaba una competencia de break dance organizada por los jóvenes de la red de la localidad número 2 con el fin de recoger algunos regalos para los niños de sus barrios.
En esta presentación hubo de forma improvisada participación de los jóvenes de Medellín, “El chuqui” representó a la red Jóvenes sin Fronteras en la competencia, llegando a seminales, además uno de los grupos de Hip-hop cantó varias canciones, compartiendo así sus líricas de crítica social.
Por último, el día terminó en la playa. Allí se pretendía realizar una lunada pero por problemas de logística no se ejecutó de la manera planteada, sin embargo, esto no opacó ni fue impedimento para que el talento de los chicos participantes saliera a flote, cada uno desde su arte bailó, cantó y se divirtieron. A pesar de que el sonido y la fogata no estuvieran presentes.
El último día, el 18, constó de una integración en la playa todo el día, donde los jóvenes libremente hablaron y compartieron sus datos, para seguir en contacto y por qué no, trabajar juntos en sus procesos.
Como en todo proceso de aprendizaje, hay dificultades
Las dificultades en el viaje fueron muchas, entre ellas la falta de organización logística por parte de los anfitriones, sin embargo y a pesar de ellas, los jóvenes de las dos ciudades siempre estuvieron activos para participar en lo que se lograba concretar.
Por eso y a pesar de las dificultades, el objetivo principal del encuentro “Está completamente logrado, de diferentes maneras. Esto se ve en las perspectivas de los jóvenes. Cartagena tiene unas formas estructurales diferentes de trabajar. Acá los jóvenes son muy guiados y trabajados por la parte administrativa de la Alcaldía, en la ciudad de Medellín tratamos de que ellos sean muy libres, muy tranquilos, que sean los que tomen la iniciativa y que participen. Los jóvenes de la ciudad de Medellín son los que lideran sus procesos pues no quieren que sea uno adulto, sino que ellos mismos lo manejen” afirma Libia Amparo Hernández Martínez, coordinadora del proyecto Fortalecimiento de las Dinámicas Juveniles de la Comuna Dos de la ciudad de Medellín.
Los jóvenes siempre quieren ir a lugares donde aprender más, para instruirse en sus procesos, por ese motivo se hacían intercambios en ciudades del interior como Bogotá, lugar donde en primera instancia se tenía planteado llegar. Sin embargo, se vio la importancia también de conocer cómo estaban estos procesos juveniles en la costa. De esta forma la red Jóvenes sin Fronteras se encontraron con una novedad que les permitió reflexionar y notar que van por un muy buen camino, logrando que los chicos cartageneros aprendieran también de ellos, algo que fue muy significativo y que ratifica que pese a las dificultades fue un verdadero proceso de aprendizaje.
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