En el barrio Villa del Socorro se habla de paz, una paz como aspiración colectiva. Recorrer las calles de la Comuna 2 es sentir que siguen vivas, pues los niños y las niñas desde sus palabras vuelcan la mirada sobre lo cotidiano para apostarle a la creación de nuevos horizontes donde se haga propio el sentido de compromiso y responsabilidad con una sociedad que está necesitada de justicia, solidaridad y empatía.
Las historias que a continuación nos cuentan, a sus 10 años, Luna, Jostin, Emily y Dayana son la muestra de las verdades que desde las niñeces se narran al hacer un reconocimiento del lugar que se habita y de la historia llena de violencia en la que han estado inmersos e inmersas, y que les ha afectado el cuerpo y la memoria.
Para Luna la paz es: “No estar en guerra con alguien, no tener enemigos o por ejemplo, tener paz en los países”, pero también es “el trabajo en equipo, no pelear con el otro y hacer algo por una buena causa”. Para ella se construye junto con los demás, donde puedan habitar sus espacios de encuentro como son los parques, y estos no sean apropiados por actividades que los y las aleja del juego y la diversión.
Para Jostin la paz es: “El agua, porque los peces están en armonía y es de color azul que para mí representa la paz”. Además, agrega que la paz es “poder divertirse, jugar y reunir la gente alrededor de una causa”. Escuchar sus definiciones da lugar a que aparezcan otras realidades y se descubra la posibilidad de una paz en la que sea verdad la resolución pacífica de conflictos, la ayuda a los demás, la escucha, la construcción conjunta.
Y así, para Dayana la paz es: “Incluir a todos a la diversión y no discriminar por ningún motivo, es la unidad y la amistad” porque pensarse una sociedad de manera colectiva es asumir la diferencia de cada persona para crear con los y las amigas otros mundos posibles.
Desde la colectividad se ha logrado que en las calles anchas y en las angostas, en los muros altos y en los bajos, en la voz que grita y en la que susurra, en los juegos, los colegios, los buses, las celebraciones y en las tiendas de las esquinas se hable de paz. Se ha colado entre las conversaciones y en las historias una nueva esperanza, construir con pequeños actos y apostarle a la paz para que, como dice Emily, esta sea: “un espacio o lugar tranquilo, son los atardeceres y los amaneceres con la tranquilidad que representan, poder disfrutar de ello con la familia y los amigos”.
Además de contar sus verdades, las niñas y los niños han creado ‘El Noticiero de Manolo’ un programa que se hace ganador del segundo puesto a mejor contenido audiovisual digital o análogo en los Premios de Periodismo 2024 de la Alcaldía de Medellín. Un noticiero donde sus voces se extienden en otras temáticas como los derechos de la niñez, los espacios seguros y la memoria.

Por Paulina Castillo Rivera María del Carmen Londoño Pérez y Mónica Areiza Espinal
Este artículo hace parte de la Edición 99.
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