Cada 21 de mayo, Día de la Afrocolombianidad, es la oportunidad para insistir en la reflexión frente a la importancia de esta historia en la sociedad colombiana, reconocer su riqueza cultural, ancestral y de resistencia.
La presencia africana en Colombia se remonta a la época colonial, cuando miles de africanos fueron raptados como esclavos para trabajar en las minas y haciendas de los “colonos” lo que generó múltiples violencias hacia estas personas que empezaron a organizarse como “cimarrones”: personas que decidían escapar de sus contextos de esclavitud para llegar a otros territorios en busca de libertad, conformando así los “palenques” como espacios autónomos y alejados de la autoridad colonial, los llamaron “sus propias repúblicas” y empezaron a ubicarse principalmente en zonas rurales. En Colombia llegaron a ubicarse más de 20 palenques en regiones como Cartagena, Tunja, Santa Marta, Nariño, Buenaventura y el Pacífico (principalmente en el Chocó).
Este proceso de organización y lucha es lo que hoy conocemos como “la rebelión” que logró que las personas negras alcanzaran una dignidad básica en cuanto a condiciones de vida. Sin embargo, la opresión por parte de los españoles seguía recrudeciendo y decretó a las comunidades cimarronas como “objetivo militar” lo que generó muchos enfrentamientos entre lanzas y quemas de viviendas que terminaron eliminando muchos de estos palenques.
Según el informe de la comisión de la verdad: “Las autoridades de Cartagena, como representantes de la Corona, promulgaron una serie de medidas para castigar a los esclavos y esclavas que huían. La pena más leve consistía en recibir 100 azotes y pasar todo un día en plaza pública como acción ejemplarizante; el castigo más fuerte era la pena de muerte. Además, incentivaron a llevar ante las autoridades “la cabeza del negro muerto” por un pago de cinco pesos”.
Pese a esto el cimarronaje resistió y hoy persisten algunos pueblos de este origen en El Guaviare, Antioquia, Sucre, Santander y el reconocido San Basilio de Palenque llamado como “primer pueblo libre de América”.
Posteriormente empezaron a firmarse los Decretos de Abolición de la Esclavitud, como la Ley 2 sancionada el 21 de mayo de 1851 por el partido liberal, sin embargo esto no garantizó la libertad.
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“Tenemos que saber que a los colonos que tenían las personas esclavizadas, se les dió una bonificación por cada persona que dejaban libre, mientras ellas tenían que aprender a vivir sin nada, lo que causó que muchos continuaran con los mismos amos. Eso para mi no es un regalo, es un mal, porque entonces yo ¿para dónde me voy?. Regresar a África no puedo, no conozco dónde están mis familiares ni mis ancestros ni nada, y no tengo tampoco cómo vivir entonces recibanme aquí así sea que les trabaje gratis”. Señala Marcelina López docente de la Institución Educativa Villa del Socorro y líder del proyecto Villa Afro que busca generar procesos de conciencia, respeto, justicia e igualdad hacia el pueblo Afro.
Fue entonces hasta la constitución de 1991, más de cien años después de este decreto, que se reconoce al pueblo afro como sujetos jurídicos de derecho y empiezan a tener la posibilidad de acceder a derechos básicos en el país como la educación, el trabajo y la vivienda, claro esta bajo el reto social de no discriminación, pues aún en la actualidad, según los censos del DANE siguen siendo la población con más vulnerabilidades frente a vivienda y salubridad.
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Marcelina destaca que: “nuestro pueblo, ha podido aportar a la ciudad y al país, todo lo que tiene que ver con gastronomía, el arte, la danza, la espiritualidad: todo lo que tiene que ver con los rituales, la medicina ancestral. En Medellín específicamente, las construcciones, inicialmente en los años 70, 80, fueron las mujeres quienes estuvieron criando los hijos de las personas del poblado y ahí hay un legado de conocimiento, toda nuestra sabiduría la hemos entregado en la crianza, incluso en la construcción del metro fueron nuestros hombres quienes aportaron sus saberes y la fuerza”.
La Comuna 2 tiene sectores como “Choco chiquito” y “Guayaquilito” en Villa del Socorro y Santa Cruz, la cuadra Eleguá en Villaniza, el Sinaí, El Popular, la afrocolombianidad es una parte fundamental de la identidad intercultural de nuestro territorio, lo que se refleja en Villa Afro, el proyecto liderado por Marcelina que ha posicionado a la Institución Educativa Villa del Socorro como la única en Antioquia con sello de no discriminación.
“Tenemos Cátedra de estudios afrocolombianos, un proceso investigativo y uno de réplica donde llevamos esta experiencia a otros colegios, universidades, para ser referentes y que puedan hacerlo en otros lugares. Otra línea es raíces y sabiduría que es un centro de interés alrededor de la medicina ancestral; queremos que no solamente siembren, si no que la siembra es desde el corazón y la mente, para la vida”. Señala Marcelina.
Mira este videopodcast en conversación con la Profesora Marcelina.
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