El color bermejo que tiñe las montañas del nororiente de Medellín parece haber sido pintado por los pies y las manos de hombres y mujeres que, en busca de un lugar donde asentarse, llegaron desde diversos rincones del país para construir no solo sus viviendas, sino también un refugio para sus sueños.
Desde principios de los años 70, estos sueños encontraron apoyo en el carisma, firmeza y rebeldía de una iglesia popular que, aunque a veces parecía increíble, logró unir a creyentes y ateos en una sincera compañía, compartiendo la esperanza de construir colectivamente una vida digna para todos y todas. Esta iglesia popular, arraigada en la Teología de la Liberación, tuvo numerosos rostros y voces que perduran en la memoria de los barrios populares. Monjas y sacerdotes decidieron que el Evangelio no se encarnaba dentro de las estructuras eclesiásticas tradicionales, sino que se vivía en la construcción de viviendas, en las calles, en los espacios de encuentro comunitario y en el tejido de redes afectivas y comunitarias que pusieran en el centro el cuidado de la vida y la dignidad de cada vecino y vecina.
Entre estos personajes que forjaron caminos en la Nororiental, se recuerda con gran cariño al sacerdote Federico Carrasquilla, quien, desde la ladera de nuestra zona hasta el borde del río, enseñó con su ejemplo la importancia de la construcción colectiva, la resistencia y la defensa de nuestros barrios, nacidos y defendidos desde abajo.
Los homenajes se le hicieron en vida y, aun después de su muerte, legados como el suyo deben seguir palpitando en cada casa, barrio y corazón de quienes creemos ferozmente en la justicia y la dignidad de los oprimidos. Seguimos sembrando esperanza y, como parte de los barrios populares, formamos una ciudad que, a menudo, ha sido indiferente y excluyente. Pero al ser parte de ella, es necesario reconocernos como poderosos transformadores de lo injusto, y, como nos enseñó Federico, dignos defensores de lo que no nos ha sido regalado, sino que con nuestras vidas hemos forjado.
Por Claudia Vásquez Ramírez