Valentina, historiadora de la Universidad de Antioquia y practicante de Karate tercer kyu en la línea shotokan, habita nuestra Comuna en el barrio Santa Cruz. Desde niña sintió una fascinación por la cultura japonesa y cuenta su historia desde una adolescencia viendo anime hasta la adultez en el Karate.
Inicio: Los primeros acercamientos
En la adolescencia fui una apasionada a la cultura japonesa y en sí de todo el Oriente, me identifiqué mucho con las historias de los samuráis, de pelea, entonces cuando tuve la posibilidad de ingresar a un arte marcial me decanté por el Karate. Me gustaba mucho todo lo audiovisual, consumía muchas series anime y creo que mi favorito fue Naruto.
Entré a la formación en Karate a los 18 o 19 años con el sistema de bienestar de la Universidad de Antioquia y reconociendo habilidades e intenciones, llegué a una etapa competitiva en el deporte.
¿Qué es?
El Karate nace en el siglo XIX en un contexto de los monjes indios y de los monjes chinos. Uno de ellos perfeccionó algunas técnicas de meditación e hizo unos viajes alrededor de China donde se encuentra con los budistas en el monte shaolin y se genera una conexión entre cuerpo-alma, una filosofía y un sentido de vida.
Esta historia tiene en cuenta el cuerpo, el movimiento, la meditación, entonces cuando una lo practica le quita ese sentido de peligrosidad, de violencia, una de las enseñanzas también es el respeto por el cuerpo del otro porque el otro te permite aprender.
Permitirse reconocer la corporalidad en los movimientos, los dolores, la capacidad que tiene el cuerpo, y en este caso como mujeres, de generar dolor en el cuerpo del otro. Siento que esa peligrosidad a las mujeres se nos ha eliminado desde la enseñanza, entonces es interesante buscar ese balance con la posibilidad de generar daño pero también de ser muy consciente del ejercicio corporal.
Todo en Karate tiene un sentido muy simbólico. En los cinturones, el blanco representa la inocencia, el recorrido inicial de ser aprendiz, en una jerarquía militar que nace de la necesidad de la gente de poder defenderse. El amarillo es la salida del sol, el naranja y el verde también tienen que ver con la naturaleza, con la tierra. El verde es la mitad del proceso, asentar con las raíces, con las hojas y es lo que denominamos con kyu y Shotokan significa ser.
Nudo: Ser mujer en el deporte
El primer obstáculo, no solamente desde el Karate sino en todos los deportes, es que han sido muy masculinizados, entonces desde pequeñas nos dicen a las mujeres que no debemos transgredir esas líneas estéticas de la feminidad, incluso desde el ejercicio hay una división desde los músculos que deben ejercitar los hombres y las mujeres. Eso es solo una idea, y más cuando se practica artes marciales, entonces está el temor de si se empieza a ser brusca y el qué dirán de la familia, los cercanos.
Una segunda barrera tiene que ver con la gestión del deporte y es que muchas veces los planes no se piensan teniendo en cuenta la realidad de las mujeres y me refiero por ejemplo a la menstruación, que tiene unos picos y unos bajos en las hormonas, en la capacidad que tenemos de rendir, entonces hablando de la práctica deportiva eso se tendría que tener en cuenta y solo pasa en los niveles más altos, y esto es gracias a la lucha de las mujeres deportistas por el reconocimiento de que son también seres menstruates.
¿Desenlace? Una historia que se sigue escribiendo
El Karate es una práctica para todos y todas, diferentes grupos etarios, que va hacia el mejoramiento de la calidad de vida, si nos vamos al ámbito más de la salud, permite el reconocimiento del cuerpo, de sus capacidades, de la fuerza, para distraerse, socializar, conocer la historia de la cultura de Japón porque es un deporte con un alto contenido cultural. Pese a que en momentos me he alejado un poco de la práctica, nuestro mantra es que “Toda la vida se hace Karate”.
Por Lorena Tamayo Castro
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