Artículos Recomendados

Alejandra y Yakelin: dos maternidades, dos formas de lactar

La lactancia materna, entre la romantización y la crítica, sigue siendo una encrucijada para muchas mujeres en nuestra sociedad: ¿dónde están las libertades y las garantías para vivir este proceso de manera digna?

Las historias de Alejandra y Yakelin plantean diferentes miradas alrededor de la lactancia y cómo el ser madres las ha unido para trabajar con y por otras mujeres.

Alejandra vive actualmente la lactancia con su hijo de manera natural, mientras Yakelin ya terminó este proceso con su hija pero de una manera distinta, pues no le fue posible amamantarla por cuestiones físicas y se vio en la necesidad de acudir a lo que se conoce como “leche de fórmula”. Formas distintas pero ambas desde un principio de cuidado.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida. Sin embargo, según cifras del Ministerio de Salud, en Colombia apenas el 36% de las y los bebés recibe lactancia exclusiva en ese periodo. Esto debido a causas por ejemplo de empleabilidad, pues la licencia materna es de un periodo de tres meses, y eso, para los empleos formales, pero muchas mujeres trabajan de manera independiente y esto les implica menos tiempo con sus hijas e hijos para garantizar este proceso. 

En el caso de Alejandra, una mujer profesional, de trabajo independiente en servicios de acompañamiento psicológico con posibilidad digital y con un embarazo planeado y consiente vive su proceso de lactancia desde el disfrute, el amor y el tiempo necesario, esto ha permitido que su salud y la del bebé estén en condiciones óptimas, para ella es un proceso que la mantiene más vital y con energía creativa: “nos dicen que la lactancia mejora la oxitocina en el cuerpo y eso es lo que yo he experimentado, me siento en un estado como imperturbable” Cuenta.

Yakelin en su contexto, aunque distinto, fue similar al de Alejandra en términos de tiempo para el cuidado de su bebé ya que también contaba con la posibilidad de trabajar desde su casa. Al darse cuenta de su embarazo generó una ilusión alrededor de la lactancia que no le fue posible cumplir, pues su niña fue lo que conocemos como “bebé canguro” un término que se refiere a los bebés prematuros o de bajo peso que requieren un contacto permanente piel con piel y mayores cuidados. Para este caso le afectó la succión del seno. Ante esto acudieron a terapias que permitieron la lactancia pero no en la cantidad necesaria, por lo que durante 3 meses tuvo que complementarse con leche de fórmula. Esto le causó depresión post-parto y generó que su proceso fuera complejo: “La gente me decía que tomara cosas para que me saliera leche, que eso era que yo no sabía hacerlo, y yo sí tenía la información y sí me salía leche pero con mi bebé no se dió”.  

Según la OMS una de cada seis mujeres maternas sufren depresión post parto, la cual puede darse hasta dos años después del nacimiento del bebé.

Dos historias en contraste para reflejar que, aunque es un proceso natural, no necesariamente se vive igual o se da en todos los casos. Ante esto cabe resaltar la importancia del acompañamiento y empatía con las madres que viven esta experiencia, pues según la OMS la salud mental de las madres afecta de manera directa la salud de las niñas y los niños, principalmente en los primeros años de vida. Una maternidad tranquila y acompañada tiene mejores efectos.

La Corte Constitucional ha reiterado que la lactancia materna es un derecho fundamental de las niñas y los niños, y una obligación del Estado garantizarlo, pero muchas mujeres sienten que este respaldo no se traduce en acciones reales. Ante la falta de garantías, han surgido grupos comunitarios de apoyo. Tal es el caso de Alejandra y Yakelin quienes han creado “El parche de mamás” para acompañarse, escucharse y aprender juntas el proceso de maternar. Además, el colectivo “Tetarte” combina fotografía y activismo para visibilizar la lactancia en espacios públicos, un proceso de sensibilización contra el señalamiento que reciben muchas mujeres al amamantar con libertad.

Yakelin, psicóloga y madre, argumenta que el cuidado no debe ir solo hacia las y los bebés, si no también a las madres que siguen siendo, más allá de esto, mujeres que requieren acompañamiento y atención en este entramado de cambios físicos y emocionales. Amamantar no debería ser un privilegio ni un reto solitario. La lactancia materna es un derecho que exige corresponsabilidad: familias que acompañen, empresas que faciliten y un Estado que garantice. Cada historia de lactancia es también una historia de dignidad y cuidado.

Por Lorena Tamayo Castro

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Para que estemos más cerca
¡suscríbete!
Actualizaremos nuestra información en tú correo electrónico y WhatsApp
Para que estemos más cerca
¡suscríbete!
Actualizaremos nuestra información en tú correo electrónico y WhatsApp
Este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso. Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí:
Este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso. Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: