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No hay condición física que impida disfrutar un libro

En la entrada saludos sonrientes, un aire de ansias por conocer y descubrir. Atrás, un grupo de sillas rodeadas por libros, por mundos de letras que a través de una voz se dibujarán en las mentes de quienes se reúnen a escuchar. Se nota en cada rostro y en cada abrazo de bienvenida que existe una amistad y un cariño por quienes se saludan. Entre risas se escucha: A ver mi mecato, dame una chocolatina, ustedes cómo están – Todo muy bien gracias a Dios-, menos mal hoy si pudimos venir, allá está la silla. El espacio se empieza a reformar, una señora pregunta a otra cómo le fue en la gimnasia, mientras tanto otra habla sobre el veneno que compró pa’ las ratas. Se sientan en mesa redonda, la voz se prepara para contar.

Es un miércoles, cuatro de la tarde en la Biblioteca Pública Santa Cruz, la cual hace parte del Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín. Allí la lectura en voz alta sigue siendo para este grupo el mejor entretenimiento, se ha convertido en una forma de ver el mundo y de enamorarse de sus cotidianidades. No importa si deben caminar mucho o pagar un bus pues siempre una nueva historia les acompañará de vuelta.

Lo que me gusta es la atención y los cuentos, se distrae uno y participa. Hacen que me enamore más del pueblo, de la ciudad, de la comuna. Dice Jorge mientras saluda a sus compañeros, Rogelio decide también opinar: A mi me llama la atención todo, si no, no estaría aquí y eso que me toca pagar pasajes desde el Playón pero yo desde que tenga tiempo libre para mis cosas no me importa si tengo que pagar pasajes. Y continuó hacía el espacio de lectura, donde están las sillas y otros de sus compañeros ya ubicados.

Ya todos se han dispuesto a escuchar, a dejar que sus sentidos reconstruyan historias que un autor ha decidido inmortalizar en un libro, hoy Mario Mendoza. A Jorge le agrada que hoy es una mujer quien les lee, le gusta cómo suena la historia en voz femenina, Rogelio dice que él, con lupa y linterna, lee lo que sea. Se sienta con la ayuda de Álvaro quien empieza dando la bienvenida mientras presenta a Sergio, un practicante que estará apoyando procesos de la biblioteca.

Antes de leer recuerdan lo leído hace 8 días, también de Mario Mendoza. Varios comentan de qué se trataba, los personajes que aparecían en la historia, los lugares que nombraba. Otros solo susurran con su vecino. Recuerdan que uno de los personajes se llama Rogelio. Veálo hay sentao’ dice entre risas una mujer. Soy yo, yo soy relator, dice Rogelio con gracia mientras aporta que el libro fue escrito en Bogotá, en el barrio La Candelaria, como la iglesia de Medellín.

Ahora sí empieza la lectura, los susurros se apagan y el silencio permite enfocar la voz de la mujer que hoy lee, Alba Árboleda. En algunos fragmentos hace una pausa para que entre todos conversen la escena. Todos prestan suma atención y comentan sus percepciones y opiniones, incluso plantean ideas de lo que puede ocurrir después en el texto. Rogelio sigue siendo motivo de bromas cuando mencionan al Rogelio del libro, un enamorao.

Hacen una pausa para tomar refrigerio, sus conversaciones mientras comen las destaca la risa. Algunos comentan el libro, otros se cuentan los exámenes médicos, de las cosas pendientes para la semana y que no hay afán de irse. Recuerdan que tenían la tarea de escribir su rutina diaria, Olga dice que ella la hizo, sobre los miércoles desde que se levanta y hace diferentes cosas en la mañana, en las tardes va a la gimnasia, luego va a la biblioteca y finalmente a descansar. Dice que quiere aprender a escribir para hacerle una carta a Gerardo, varios la vacilan con comentarios, ella sonríe y dice que él la recoge.

En este grupo se vive desde las capacidades diferenciales, sin embargo todos disfrutan escuchar las lecturas de los miércoles, a todos las historias les motivan y generan ansias por seguirlas escuchando. El club de lectura inicia a las 4 de la tarde, hasta media hora antes ya están llegando sus participantes, el encuentro con amigos y una buena historia ya son parte de su vida.

Más tarde, la lectura continúa con más observaciones y comentarios hasta que se termina el capítulo, ya van siendo las 6 de la tarde. Sus mentes vuelven a las sillas para disponerse a regresar a sus casas, recogen sus cosas y el silencio se va en el correr de las sillas y las despedidas. La virgen la acompañe Biata, chao pues, nos vemos, que estén bien, Dios les bendiga y otros murmullos salen de la biblioteca hasta el próximo miércoles, nuevamente, a las cuatro de la tarde.

El Club de Lectura Otras Formas de Leer es dinamizado por la Biblioteca Pública Santa Cruz del Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, un programa de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín.

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