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Las esperanzas empiezan a opacarse en el Bajo Cauca

Marzo 2020. Las violencias se incrementan

Visitamos la Corporación Jurídica Libertad en busca de información sobre la realidad vivida en el Bajo Cauca y los procesos sociales que persisten allí. Nos encontramos a William Muñoz de la Asociación Campesina del Bajo Cauca, él nos contó lo que diariamente se vive en las calles de cada corregimiento, la lucha constante por sobrevivir en medio de una guerra que no les pertenece y que los arrincona en la desesperanza.

Para él  lo que hoy se vive en su territorio es un desarraigo social, “todos los días hay desplazamientos, homicidios, atentados. Cuando no es en Tarazá, es en Cáceres o en Caucasia, todos los días algo pasa en el Bajo Cauca, el que no se sale porque los grupos ilegales lo hacen salir, sale por miedo; es un desplazamiento y una migración de personas muy alto”. Frente a los procesos de  resistencia y movilización nos cuenta que se han debilitado luego de los últimos dos años por el conflicto armado y que la respuesta del Estado termina siendo solo la militarización de los territorios, lo cual hace difícil e incluso peligroso, las iniciativas de organización, trabajo comunitario y acciones de denuncia.

“yo tengo como 2 años sin entrar al territorio a hacer trabajo social con las comunidades porque este tema no lo permite, los grupos ilegales en ocasiones le han dicho a las comunidades que por allá no me quieren ver ni en pintura entonces siempre es mejor uno tratarse de cuidar”.

 Y es que, el conflicto armado no es el único factor que amenaza la tranquilidad, se hace necesario dejar de ver las represiones militares como soluciones y empezar a pensar en las inversiones sociales. Respecto a esto William nos comparte: “la raíz del problema no es la minería, ni la siembra coca, sino las condiciones de pobreza en que se vive.”

 Winston de la Corporación Jurídica Libertad añadió que es importante tener en cuenta la ubicación de este territorio que, si bien fue muy rico en cultivos de coca por los años 90 y principios del 2000, hoy se debe identificar como un territorio que funciona como ruta geográficamente estratégica porque conecta muchos municipios, es un punto neutral de un corredor que empieza en Venezuela y termina en Panamá, incluso se conecta al Océano Pacífico; es un centro del poder, un bien nodal que tiene cercanías a mares, ciudades y el centro de Antioquia que es Medellín.

Luego de este contexto que nos contaron Winston y William les preguntamos frente a las garantías por parte del Estado y las organizaciones sociales que tienen las personas víctimas en este territorio. Su respuesta suma a la desesperanza. “Es gravísimo porque no tienen, de allá se vienen despachadas por la administración municipal del Bajo Cauca a la gobernación y los albergan 2 o 3 meses, luego los sueltan a que se defiendan como puedan sin ningún tipo de soluciones” agregaron que existen mecanismos que se vuelven obsoletos para personas que se ven obligadas a dejar sus tierras.

Después de esta conversación nos preguntamos ¿cuáles pueden ser las posibles soluciones para este territorio?, para William la salida es el cumplimiento del Acuerdo de Paz con el Programa Integral de Sustitución y el Plan de Desarrollo con enfoque territorial, sin embargo, para él esa es una solución difícil por el desinterés que se ha reflejado en el actual gobierno con este acuerdo.

Por su parte, Winston plantea que una posible solución es la implementación de una política de sometimiento para los grupos armados con un nivel de verdad y justicia, además seguir visibilizando y poniendo en la opinión pública estos temas del departamento, seguir haciendo denuncias para ejercer la soberanía y democracia desde el Estado en todos los territorios.

“es muy paradójico, nos hemos enterado de gente que resistió conflicto de FARC, bloque minero y nunca salió del territorio, pero hoy si salieron porque el nivel de degradación de la guerra actual es mucho más alto de lo que había. Uno decir que no salga, tampoco se puede hacer eso, pero hay que plantear la manera de cómo se logra sobrevivir desde el apoyo humanitario, acompañamientos, planes colectivos de autoprotección para que si el Estado no da solución por lo menos que respete la sociedad civil”.

William concluye nuestra conversación con una reflexión que aplica para la situación de todo el país, pues si bien estamos hablando de un territorio específico, Colombia entera carga con los dolores de la guerra. “lo que sí está hoy seguro es que esa vaina a plomo no se soluciona, porque si a plomo se solucionara hacía rato se había solucionado el conflicto”.

Nos hace falta, como país, adentrarnos en los rincones de esa Colombia profunda, nos hace falta dejar la indiferencia y preguntarnos por esas otras y otros, que como nosotras, creen que la paz va mucho más allá de un acuerdo en un papel. La paz se construye permitiendo que los sueños de las niñas y niños, escritos y pintados el último día de Caravana en Tarazá, sí puedan viajar por todo el mundo, compartirse y hacerse realidad.

Esta publicación es la segunda entrega de 2 artículos sobre la Caravana Humanitaria en el Bajo Cauca antioqueño.

Por Claudia Vásquez y Lorena Tamayo

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