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El día que Mamá Osa aprendió a cuidar a su hija

Perla es  una pequeña osa parda que le encanta comer enormes tarros de miel, jugar en el bosque y hablar con sus amigos.

Siempre que sale de casa lo hace sola, porque a su mamá siempre está ocupada viendo las novelas que presentan del apuesto Oso Troll.

Un día, el aire soplaba en el bosque, la grama se movía de un lado a otro y una familia de conejos saltaba sobre el campo y las flores. Todo parecía normal, como muchos otros días en los que Perla salía a jugar.  Al ver que su mamá no le prestaba atención decidió no volverle a pedir permiso para salir: “Total, nunca me escucha” se decía así misma.

Abrió la puerta, asomó su nariz, luego sus ojos y salió corriendo -“¡Feliz y libre!” decía ella que se sentía, pero tanta fue su emoción que no se dio cuenta que había corrido demasiado y que ya no estaba cerca de casa. Sin pensarlo, ingresó al bosque de lo desconocido, llamado así porque nadie se atrevía a entrar por temor a la criatura de dos patas y sin pelos que habita allí.

Todo era oscuro, ojos brillaban desde los árboles. Sonidos de cuervos y aletazos de grandes aves hacían eco en el lugar. –“¡Mamá Osa, Mamá Osa… Maaamáaaa Osaaaaa!” gritaba tan fuerte hasta casi quedarse sin aire, pero nadie la escuchaba.

Pasado un rato, Mamá Osa terminó de ver su novela. Salió como de costumbre a la puerta y gritó: -¡Perlaaaa! pero ella no apareció. Suspiró y volvió a gritar ¡Perlaa, Perlaaa! pero ella no regresaba. Mamá Osa se empezó a angustiar, no sabía dónde estaba su pequeña, en verdad nunca lo sabía, pero esta vez tenía un mal presentimiento.  

Mientras tanto, Perla se encogía en un rincón, asustada, temblorosa y con lágrimas en todo su rostro. No encontraba la manera de regresar a casa. De repente, unos ojos aparecieron justo en frente de ella, por la oscuridad solo podía verlos brillar, pero no alcanzaba a distinguir el rostro, ni la voz gruesa que pronunciaba sonidos raros nunca escuchados por ella. Por un momento Perla caminó, pero después decidió no hacerlo pues no sabía quién era el que estaba allí.

El extraño sacó un frasco de miel y lo puso enfrente. Ella solo podía oler el delicioso néctar y como si estuviera hipnotizada comenzó a seguirlo.

En la casa Mamá Osa soltó en llanto. Tenía mucho miedo de lo que pudiera pasarle a Perla. Los vecinos salieron: unos la consolaban, otros decían que llamara a la policía y otros solo la juzgaban porque para ellos había sido muy descuidada.

La profesora Águila que había visto todo desde el techo de la escuela voló lo más alto que podía para revisar el bosque y sus alrededores. Quería ver si con su gran vista podía identificar dónde se encontraba Perla y lo consiguió. La vio siendo atraída por la criatura con el bote de miel mientras que en su otra mano escondía una horrible lanza y la llevaba al centro del bosque. Voló tan rápido como pudo y advirtió a todos lo que había visto.

Asustados empezaron a correr por todas partes… No sabían qué hacer ni cómo reaccionar ante ese caso. Era un escándalo.  Mamá Osa solo rugía de dolor. Hubo un silencio y de los árboles brotó un ejército de hadas que con linternas de cucullos guiaron a todos por el camino en busca de Perla.

Perla ya había alcanzado el tarro de miel y la criatura ya tenía sus manos listas para ponerlas sobre ella. De repente, todos los animales llegaron, rodearon al malhechor hasta que huyó en sus dos patas internándose en lo desconocido.

Mamá Osa abrazó a Perla. –Perdón hija. Le dijo mientras la apretaba con sus brazos.

Ese día mamá Osa y todos los padres y madres del bosque aprendieron una lección: cuidar a sus hijos e hijas siempre, sin importar lo emocionante que pueda estar la novela.

El proyecto Promoción de Derechos y Prevención de sus Vulneraciones pertenece a la Unidad de Niñez y Adolescencia  de la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín; con este proyecto se busca a través de juegos, arte y cultura aprovechar el tiempo libre e identificar situaciones de riesgo y fortalecer las familias de la ciudad, además de orientar sobre las rutas de atención frente al abuso infantil, el cual se puede denunciar en la línea 123 Social.  

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