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Vivir con una discapacidad trae muchas limitaciones. Ángel lo sabe, pero también es consciente que una vez se acepta la condición, esta se convierte en una oportunidad para enfrentarse a situaciones nuevas y conocer a personas distintas.
La vida de Juan Ángel Rendón cambió hace 14 años. La causa, una miopía de alto grado degenerativo que le ha dejado como consecuencia la pérdida del 80% de la vista. Es una enfermedad de nacimiento, pero durante mucho tiempo no le representó grandes inconvenientes.
Con el diagnóstico comenzaron a presentarse las dificultades en lo laboral, familiar y social. En el primero porque a causa de la pérdida de la visión tuvo que dejar de trabajar como vigilante, oficio al que se había dedicado durante muchos años. Ello trajo como consecuencia la disminución de la capacidad para suplir las necesidades básicas de su hogar.
En cuanto a lo social, lamenta haber perdido comunicación con muchas personas a las que conoció por su trabajo como líder. Al respecto agrega: “he tenido problemas porque es una situación de discapacidad que no es visible. A veces voy por la calle y miro a la gente, pero no la veo. Por eso no saludo, porque no la distingo y por eso me critican; pero no entienden que mirar no es ver”.
Pese a todo, ha sabido encontrar la manera de continuar su vida normalmente y varias cosas lo han ayudado en su propósito. La primera es la utilización de lentes de contacto que le han permitido mejorar su visión. La segunda es su trabajo como instructor del grupo Folclor Joven, del barrio Villa del Socorro; allí enseña danza a adultos mayores y gana para el sustento de su familia. Lo tercero es hacer parte del programa Deportes Sin Límites del INDER.
A este pertenece hace siete años, tiempo en el cual le ha permitido ejercitarse, sentirse vivo, intercambiar experiencias y relacionarse con otras personas que se encuentran en condición de discapacidad. Al respecto anota: “el programa saca a la gente de los rincones de las casas y la entra a los espacios del INDER que es donde deben estar, para mí es lindo porque me mantiene activo”.
Además de hacer actividad física tres veces por semana, quienes hacen parte de Deportes Sin Límites pueden integrar semilleros de diferentes disciplinas deportivas. Uno de ellos es de baloncesto. De este hacen parte Ángel y personas con discapacidades distintas a la suya. A propósito agrega: “hay un muchacho que tiene un problema en un brazo, hay personas con síndrome de Down, todos tienen capacidad y ganas, cogen el balón y saben lo que hay que hacer”.
Un programa incluyente
Hace aproximadamente nueve años que Deportes Sin Límites se desarrolla en la Comuna 2. Según Leidy Rodríguez, profesional que atiende la población en Villa del Socorro, con este “se pretende trabajar lúdica adaptada y dirigida para personas en condición de discapacidad, como una forma de incluirlas y darles una mejor calidad de vida”.
En este se acompañan a personas de distintas edades con discapacidades físicas, auditivas y sensoriales. El trabajo que se desarrolla con los participantes está orientado a la actividad física y a posibilitar un espacio de relacionamiento para que quienes se benefician del programa sean independientes y capaces de interactuar socialmente en distintos escenarios.
Leidy Rodríguez anota que quienes estén interesados en vincularse al programa pueden hacerlo acercándose a alguno de los grupos que están distribuidos por toda la Comuna. Para la inscripción se debe tener a la mano la fotocopia del documento de identidad, el diagnóstico donde certifique la discapacidad y la historia clínica, esta última “para saber qué enfermedades tiene el usuario y cómo intervenirlo”, según Rodríguez.
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