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Cientos de objetos, 20 años de memoria y trabajo

Cuando salimos a la calle no tenemos idea de lo que vamos a encontrar: un día puede ser trabajo y nuevos amigos. Otro día podemos tener la oportunidad de encontrar aquel tesoro de ensueño.

Ese día me encontré con unos amigos para caminar las calles de la Comuna; era una tarde calurosa. Nuestro objetivo era reconocer los jardines del territorio, por lo cual, pasamos horas mirándolos. El recorrido llegaba a su fin y eran las 4 de la tarde. Sedientos por el clima, agotados de tanto caminar, nos restaba la última cuadra para terminar. Eso creíamos nosotros.

De repente, una señora se acercó al observar que llevábamos cámaras fotográficas. “Vengan conmigo, se van a sorprender”, fueron las palabras de aquella mujer que se alejaba de nosotros con rapidez. Más allá de la mitad de la cuadra, vimos que ella pasaba entre las rejas de una propiedad; mientras caminábamos, nos preguntábamos hacia dónde nos conducía.

Nos encontramos con una casa como cualquier otra, situada en el barrio Andalucía, con la fachada color terracota, dos puertas, y en una de ellas un cartel impreso que dice: “capacitación para trabajar en confecciones”. La otra puerta era blanca igual que una tapa de un cofre de tesoro que cubre 20 años de memoria y trabajo.

Luz Mery Arroyave, una señora ya de edad pero con espíritu juvenil, le dedicó 25 años de su vida a la enseñanza como maestra. Al principio empezó guardando y comprando enseres que a su parecer eran hermosos, pero nunca imaginó que su casa se iba a convertir en lo que es ahora.

La casa de doña Mery es un lugar con cientos de objetos organizados con mucha delicadeza y dedicación por tamaños, colores y formas. Al recorrer cada lugar de su casa nos muestra diferentes temáticas.

En primer lugar está su sala un espacio donde “todos son bienvenidos”, como lo expresa doña Luz Mery a sus visitantes. Tres muebles y una mesita de centro son el foco de atención entre todos los cuadros, esculturas y revistas que introducen el recorrido. En el momento que pisé su casa, empezó la búsqueda de aquel tesoro que tanto se habla en los cuentos, era inevitable no sonreír a tan preciado lugar.

Al lado derecho se encuentra la primera habitación en la cual ella guarda recortes de prensa donde ha sido protagonista por coleccionar elementos de fútbol y ser gran admiradora de René Higuita. También algunos relacionados con política y personajes de esta que admira. Desgastados por el tiempo, hacen que el lugar tenga el maravilloso aroma de papel viejo. Este es el sitio ideal para conversar con ella sobre personajes políticos.

Saliendo al pasillo, el Club Atlético Nacional es el dueño del siguiente espacio: afiches, copas, fotografías, banderines, autógrafos y muchos elementos más, hacen del espacio algo deportivo que al estar organizados cronológicamente nos muestra la historia del equipo paisa. Sostengo una simple plática con ella sobre el tema, me sorprendió aún más saber que también es admiradora de la Selección de Alemania.

Un largo corredor propietario de pequeñas vicisitudes colgadas, cada una con historias, propósitos y miles de colores que contrastan con el tono y la luz natural que se filtra para darle vida al espacio. Lapiceros y llaveros que para cualquier persona son insignificantes e inapreciables, para ella son objetos extraordinarios que no tienen precio alguno.

Al final, su casa nos muestra una gran colección de una marca de gaseosa reconocida a nivel mundial. Envases que adornan el pequeño espacio que hay entre su habitación y la cocina, que a su vez crean un ambiente de recuerdos. Es importante reconocer que ella cambió la tradición de tener el cuadro de la última cena en su comedor por una fotografía con dos repartidores de la marca, a los ojos de un colombiano no es tan cotidiano.

Para ella no solo es una casa, sino la construcción y mejora de un ambiente sano en donde se crean valores humanos que hacen pie a una mejor convivencia. Hábitat de dulzura, amor y calidez, su casa la hace sentir orgullosa de sí misma, del mismo modo la motiva a recibir a quien desee entrar, como ella le llama, a su “casa museo”.

Para mí es una casa sin tiempo en donde las emociones, recuerdos y memorias se reúnen en un solo instante y hacen el papel de testigo al observar tan admirable y valioso tesoro. Entré buscando dicha fortuna, pero me di cuenta que no era solo una parte, sino que era la casa entera.

Por Luisa Velásquez

 

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