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Mural “Siempre Vivos” en memoria de Jaime Andrés, Santiago y Andrés Felipe

Carta a Jaime Andrés, Santiago y Andrés Felipe

–   Un año después –

Parceros:

Bajaba por la Avenida la Playa, me detuve en una venta de periódico ante un titular que decía que había tres jóvenes desaparecidos en la Comuna 13. Me pareció extraña esta noticia, más cuando leí que llevaban 10 días desaparecidos y que la policía había encontrado prendas de ellos, que los habían visto subir hacia el Corregimiento de Altavista.

Era extraño que ustedes hubieran desaparecido, he vivido casi de todo en Medellín, pero no me cabía en la cabeza que eso sucediera sin ningún despliegue de la prensa, que el Alcalde, tan presto a hacer declaraciones ante situaciones de orden público, permaneciera en silencio y que los organismos de seguridad no explicaran por qué tanto silencio cuando habían pistas tan claras de lo que podía haber sucedido.

No conocía a ninguna de sus familias, solo supe que vivían en las Violetas. 10 días después de su desaparición me uní a la búsqueda, lo hice de la única manera como yo podía buscarlos, diciendo por Facebook que los queríamos vivos, que los necesitábamos de regreso a sus casas.

A los pocos días de estar publicando, un tío suyo Santiago, me contactó para preguntarme por qué hacía eso, que quién era yo. Me di cuenta que era difícil explicarlo, podía ser sospechoso que un desconocido buscara a unos jóvenes que nunca vio, que no sabía nada de ellos, que no conocía a sus familias. Recuerdo que solo le dije que no era posible que en esta ciudad se perdieran tres jóvenes y no reaccionáramos, que debía ser un deber ciudadano su búsqueda.

Después iniciaron las marchas, eran escenas tristes ver a tres familias cantando por las calles de las Violetas: “Aquí están sus familias, aquí están sus amigos, pedimos que regresen, que regresen vivos” ante los ojos impasibles del resto de la comunidad. Aún me retumba la frase de uno de sus familiares ante la pregunta de alguien que se preguntaba por qué los vecinos no se unían a la marcha: “por qué lo habrían de hacer si yo nunca he sido solidaria con otros” La compasión como valor de cambio en una sociedad que la consume el dolor.

Por esos días fui conociendo sus familias, Claudia, tu mamá Felipe, me contó de tu afición por el verde y por la gastronomía; me contó también de tus alegrías y tus dolores, de tus sueños de amor con tu novia.

Paulina, tu hermanita de la vida Felipe, me habló de vos, de tu humor, de tu amor por Daniela y por tu hija, de tus sueños, de la parcería con tu papá, de la ilusión de tener un negocio propio y de la pasión desenfrenada por el verde.

Y a través de Claudia, de tu abuela, de tu tío, de tus hermanos supe de vos Santiago, de tu tierna locura, de tu amor por las motos, por la ilusión de trabajar para vivir mejor, por tantos sueños acumulados en tu joven corazón de 18 años.

Mientras persistíamos en la búsqueda, comencé a quererlos como si fueran mis nietos, mis parceros. De tanto escuchar de ustedes comencé a sentir que los conocía de siempre y que era increíble que pudieran morir en la mitad de sus sueños.

Ustedes recordarán que pasaron más de 50 días antes de que el Alcalde considerara importante iniciar su búsqueda y aceptar lo que sus familias habían pedido desde el día uno. Mientras pasaba el tiempo y ustedes podían ser olvido en la ciudad, yo pensaba ¿qué destino puede tener una ciudad donde sus gobernantes no lanzan mensajes de solidaridad y solo se preocupan por mostrar bajas y capturas?.

Aquel 30 de noviembre cuando se anunció que habían aparecido sus cadáveres en una fosa común en la Vereda el Morro Corazón, el despliegue de los medios acostumbrados más a celebrar la muerte que la vida, la misa en la Catedral, a la que tal vez ustedes nunca entraron. Un homenaje tardío de esa ciudad, que como a tantos jóvenes, a ustedes tampoco quiso escuchar.

Después la vida siguió, con el dolor solitario de las familias que no aceptan que ustedes no estén a su lado, con el amor de sus amigos que entre miedos los recuerdan deseando que el Dios de ellos los tenga en el mejor lugar, con una ciudad que aún cuenta muertos con cierta resignación y desesperanza y con un gobierno local que aún se da pantalla con ustedes, como si su desaparición y muerte no fuera un fracaso de todos nosotros.

Cientos de preguntas me quedan aún de sus vidas, de sus tiempos, de su muerte. Ojalá algún día se sepa completa la verdad para que ustedes y nosotros podamos comprender lo sucedido, tengo la sensación de que pasó mucho más de lo que nos han dicho en las audiencias, y ustedes, no están para contarlo.

Conocí a los jóvenes que se dice son los culpables del horror, son tan chicos como ustedes, estoy seguro que tienen tantos sueños y amores y que a ellos también se les terminó la vida en una sociedad y un Estado que los gradúa de pillos cuando los dejamos en el olvido y no los escuchamos.

Santi, Pipe, Jimmy, el 18 de septiembre en el mural que unas mujeres pintaron en su memoria para que sean “Los Siempre vivos” se reunirán sus familias, sus parceros, y le dirán al universo que no es justo su destino que los arrebató del mundo de los sueños y el amor.

Nos seguiremos preguntando ¿qué puede ser de una ciudad que asesina a sus jóvenes y lo considera normal?

Por Gerardo Pérez 

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